Terminamos el 2021 con uno de los despliegues más grandes de pirotecnia jamás antes visto en Puerto Rico. Aunque estoy fuera de la Isla, me impresionaron las imágenes presentadas en las redes sociales donde se veían los cielos iluminados y un ruido ensordecedor. No eran las estrellitas, los garbanzos ni las bolitas de humo que acostumbrábamos a ver en antaño. Era pirotecnia más sofisticada con fuertes cargas explosivas. Se habla de bazookas, cohetes, morteros y otros artefactos con la capacidad de causar severos daños, incluyendo la muerte.

Mencionan algunos reportajes en la prensa que se estima entre $50 a $75 millones el gasto por parte de la ciudadanía para adquirir pirotecnia, ¡una locura!. Como en años anteriores, se reportaron accidentes, incluyendo la trágica muerte en Caguas de un joven de 21 años quien era una promesa de la música. El relato de su madre es estremecedor y duele en el alma.

La pirotecnia no es problema de ayer; venimos pateando la lata por mucho tiempo. Nunca olvido un incidente que de adolescente presencié, que estuvo a punto de terminar en tragedia con una de estas “bazookas caseras” que se hacían pegando latas con tape negro para luego echarle un acelerador y prenderle candela, algo así.

Desde entonces, he mirado la pirotecnia mal y he reconocido la capacidad que tiene para hacer daño. Con los amigos que estoy compartiendo en las vacaciones de Navidad, cuentan sobre historias parecidas durante sus infancias, por lo cual todos coinciden en que llegó el momento de ponerle final a esto. Además del riesgo que supone a la seguridad de la gente, el ruido que provoca la pirotecnia le hace la vida imposible a las mascotas y a personas con condiciones especiales. Por todos los lados que lo miramos es una práctica indeseable que conviene erradicar. Me alegra muchísimo comenzar el nuevo año leyendo que ya existe legislación presentada para atajar este mal, de la autoría del senador José Vargas Vidot. Según se desprende de artículos periodísticos, se espera que este proyecto se convierta en ley, sin problemas. Aunque es un buen primer paso, sabemos que aprobar una ley nunca resulta suficiente para enfrentar un problema.

Además de convertir en ley este proyecto, se le deben dar las herramientas a las autoridades para hacerla cumplir y comenzar a educar efectivamente a la ciudadanía para que ponga de su parte. La meta debe ser reducir a un mínimo la pirotecnia para las próximas navidades y que todos podamos disfrutar de las mismas en paz y tranquilidad.