Nunca antes habíamos comenzado una temporada de huracanes con tanta fatiga y preocupación. No es para menos, nos ha tocado enfrentar de todo: huracán, terremoto, pandemia, sequías y otras misas sueltas durante los pasados meses. La naturaleza no ha dado tregua y estamos “cura’os de espantos”.

Sobre eso no tenemos control y nada logramos lamentándonos. Estamos obligados a estar en estado permanente de alerta, o sea, siempre listos y preparados para enfrentar cualquier eventualidad. Se anticipa una temporada de huracanes activa. Como hemos hecho antes, debemos estar atentos a la información oficial y comenzar los preparativos.

No hay razón para actuar con histeria, pero tampoco debemos subestimar. Simplemente, debemos prepararnos de forma adecuada. En tiempos de pandemia, la coordinación entre la ciudadanía y el Gobierno para enfrentar una tormenta o huracán debe ser absoluta. Los tiempos no permiten improvisaciones ni actitudes temerarias. Nos toca trabajar juntos y con alto sentido responsabilidad cumplir con nuestro deber ciudadano.

Me alegra saber que contamos con el muy querido y respetado por todos, Nino Correa, en la Agencia de Manejo de Emergencias, quien estoy segura sabrá dirigir los esfuerzos gubernamentales en caso de que nos toque lo peor. Como nunca antes se hace necesaria la aportación ciudadana, pues serán muchas cosas a la vez las que tendremos que enfrentar. Repasar con la familia, amigos cercanos y vecinos el que todo ande bien es una de las mejores aportaciones que podemos hacer.

Si anticipamos que alguien puede tener problemas, ofrecernos para ayudarle. Si vive en un área susceptible, si tienen algún necesidad básica, si alguna persona está enferma, de lo que se trata es de cuidarnos unos a otros. Si cada cual hace este repaso y actúa con empatía, lo que quedará pendiente para el Gobierno serán las emergencias y los imprevistos. Esperemos en Dios que no pase nada, pero si así fuera, respondamos con firmeza y apliquemos lo aprendido durante las duras pruebas que como pueblo hemos enfrentado.