Día de Madres en tiempos de quiebra
“Debemos evitar convertir el hogar en tribuna de lamentos y quejas, que terminan drenando y abrumando a todo el que nos visita, incluyendo a nuestros hijos”

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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El próximo domingo celebraré mi noveno Día de las Madres.
Ya los nenes comenzaron a entregarme dibujos y cartitas que prepararon, con palabras hermosas que me ponen el corazón a palpitar y los ojos húmedos.
El domingo me imagino que, como de costumbre, mi esposo coordinará algo junto a mis hijos y me harán sentir la mejor madre del mundo. Será un día especial sin dudas, como lo han sido los pasados ocho.
Es inevitable, sin embargo, que dentro de la alegría no se cuelen sentimientos de preocupación que estoy segura no solo son míos.
Son tiempos muy difíciles para quienes comenzamos a criar, muy distintos a los tiempos donde crecimos.
Aquel era un Puerto Rico donde se respiraban esperanza y oportunidades. Nuestros planes de vida incluían como primera opción encontrar una oportunidad de empleo en la tierra en que nacimos.
Mami podía dudar sobre qué profesión terminaría ejerciendo, pero no le inquietaba que fuese a ser fuera de la Isla.
Para entonces, la Florida solo era un frecuentado destino vacacional y no la ruta de destierro forzoso para quienes se quedaron sin alternativas. Sobre todo de nuestros jóvenes.
Me comenta una buena amiga, madre de dos universitarios, que las conversaciones sobre a qué parte de los Estados Unidos se irán a trabajar una vez culminen sus estudios se han convertido en la norma y no en la excepción.
Resignada me comenta que poco puede hacer para desalentar sus planes, pues tienen derecho a buscar oportunidades donde aparezcan.
Muy de acuerdo con ella.
La más optimista de las madres debe compartir conmigo esta preocupación, pues la próxima década será una muy difícil para nuestro Puerto Rico.
Nos ha tocado ser madres en tiempos de quiebra, en tiempos de austeridad.
¿Qué hacer ante esta realidad?
Lo más importante es evitar que las circunstancias adversas afecten nuestro ánimo y disposición para luchar. Tenemos que ocuparnos más y preocuparnos menos. No hay de otra. Nos toca trabajar el doble o el triple, tratando siempre de no perder la alegría.
Debemos evitar convertir el hogar en tribuna de lamentos y quejas, que terminan drenando y abrumando a todo el que nos visita, incluyendo a nuestros hijos.
Por el contrario, sin lucir enajenadas ni exagerar, debemos encontrar la forma de transmitirles a nuestros hijos seguridad y motivarlos siempre a echar adelante y dar la milla extra.
La información que les llega a nuestros hijos en su interacción natural con la sociedad es suficientemente pesada como para que nosotras en el hogar pongamos un ladrillo más sobre sus espaldas.
Eso sí, hay que sacar tiempo para conversar con ellos en el tono adecuado, sobre los retos que nos ha tocado vivir y cómo ahora más que nunca se hace necesario que dediquen su juventud a formarse y a prepararse bien.
La entrega incondicional al proceso de crianza de nuestros hijos no debe, sin embargo, alejarnos de nuestra responsabilidad ciudadana de aportar a mejorar la situación del País.
Si cada cual se aísla con lo suyo y dejamos lo demás a suerte y verdad, entonces sí el colapso del País será inevitable y tardaremos más tiempo en recuperarnos.
Nuestra realidad de madres debe impulsarnos, además, a estar disponibles para ayudar en los esfuerzos comunitarios y luchas sociales que se generen.
Ese balance es importante porque quienes somos madres nos sobran las razones para luchar por el País que merecen nuestros hijos.
El próximo domingo, celebraré nuevamente la bendición de ser madre. Abrazaré a mis hijos con más fuerza que nunca, reafirmando ante Dios mi compromiso de guiarlos y luchar por ellos sin importar las circunstancias.
No dejaré fuera del momento solemne a mi País, que por ser la cuna de mis hijos debe tener un espacio prominente en la reflexión del Día de las Madres.
Que sepan nuestros hijos que nuestro compromiso con ellos incluye luchar por el País que nos gustaría legarles para que puedan criar a nuestros nietos en ambiente de más oportunidades.
A luchar por nuestros hijos y por el País, porque en última instancia se trata de una misma lucha.
Felicidades anticipadas a todas las madres.
Posee un bachillerato en relaciones laborales de la UPR, Río Piedras y una maestría en administración de empresas de la Universidad del Turabo. Comenzó a destacarse a principios del 2000 como comediante y animadora de radio y televisión. Desarrolló una sólida carrera como presentadora en programas tales como "Pa' que te lo goces", "Anda pa'l cará" y "Dando candela". En el 2014, comenzó su propio programa de TV, "Alexandra de noche" y al presente conduce "Alexandra a las 12". En 2017 incursionó al teatro con su stand up comedy "La casi casi primera dama", reconocido como uno de los más exitosos de todos los tiempos al vender más de 50,000 boletos en sobre 50 funciones. Se ha destacado además, como productora de teatro. Alexandra está casada con el Dr. David Bernier, excandidato a la gobernación de Puerto Rico, y es madre de Adrián y Miranda.
Sin maquillaje
La actriz y presentadora comparte varias de sus experiencias como madre, comunicadora y promotora de la cultura.