En medio de las lluvias del pasado 30 de julio, surgió una voz en el oeste que se hizo escuchar en todo el País. No fue un profesor universitario del Colegio de Mayagüez, tampoco un artista o profesional de alto calibre de los que abundan en la región, sino una niña de 13 años del barrio Quebrada Grande en Mayagüez, de nombre Penélope.

Con un aplomo envidiable le explicó al País, hablando directamente a una cámara, sobre la tragedia que su familia acababa de vivir al perderlo todo durante el paso de la última tormenta tropical. Lo maravilloso de Penélope era su actitud, digna de una mujer adulta y madura. Nos hablaba de echar adelante y de que estaba confiada en que a pesar de la adversidad, todo se resolvería. Sacó tiempo, además, para agradecer a todos los que estaban ayudando a su familia, demostrando su fibra y valores. Esta jovencita nos enamoró con su verbo y nos enseñó con su actitud, en medio de una situación muy difícil, en la que de forma repentina se había quedado si un techo donde vivir.

Tuve la oportunidad de comunicarme con ella directamente y mi breve conversación no fue diferente a lo que conocí en el vídeo que la hizo famosa. Una joven segura de sí y con una sensibilidad que traspasaba las ondas telefónicas. En ocasiones, son los más chicos los que sirven de ejemplo. Con su corazón limpio, sin prejuicios ni miedos, transmiten sus sentimientos de forma diáfana y logran que, de inmediato, todos nos identifiquemos.

No era de extrañar la inmediata respuesta del pueblo al pedido de colaboración para Penélope. Así somos los puertorriqueños. Además de hacer pública su realidad de vida, Penélope puso en vitrina las necesidades de su comunidad, las cuales estoy segura serán atendidas con prioridad por parte de las autoridades gubernamentales.

Aprendimos con Penélope que para comunicar de forma efectiva no tenemos que andar rebuscando palabras y complicando las cosas. Dejar hablar al corazón y permitir que nuestros sentimientos fluyan de manera natural y genuina es la mejor forma de transmitir un mensaje. Nadie mejor que los niños y jóvenes para lograrlo.

Un ejemplo de esto, a nivel internacional, es la activista en favor del ambiente Greta Thunberg, quien cuando cursaba su noveno grado comenzó en su país, Suecia, una solitaria protesta exigiéndole a su gobierno reducir las emisiones de carbono, inspirando a jóvenes de todo el mundo a realizar lo mismo. Nos enseñan estos jóvenes que comunicamos mejor cuando acompañamos nuestras palabras con candidez y honestidad.

Penélope nos impresionó por su forma articulada y segura al hablar, pero nos cautivó por su sinceridad. Además de traer ante la atención del pueblo y del Gobierno las necesidades de su familia y comunidad. Sus expresiones nos sirvieron para conocerla y aplicar su valiente actitud ante la vida. ¡Dios la bendiga!