Siempre me han caído bien los billeteros. Son simpáticos y se las arreglan para buscarte conversación y venderte sus numeritos. Tienen el pulso del pueblo. Si usted quiere saber qué piensa la gente sobre algún tema, dónde está ubicado algún negocio, dónde se come bueno o lo que sea de un pueblo, pregúntele al billetero.

El pasado sábado conocí a don Norberto, el billetero, en el negocio El Cocotazo, donde mejor carne frita se come en el área entre Guaynabo y Aguas Buenas. Como buen vendedor, rápido me bajó con que nunca se pierde mi programa y que votó por David. Es posible que si llega allí la Burbu y Ricardo Rosselló les diga lo mismo, pero para mí lo importante era la intención de agradar. 

Le pregunté cómo andaban las cosas y me dijo como buen boricua: “pues, ahí, ahí, bregando. Siempre pueden ir mejor, pero también peor”. En resumen, Norberto está dando la batalla con alegría y buena actitud y, a pesar de que no es un teenager, pues peina muchas canas, le sobran energías para seguir trabajando y buscándosela de forma digna diariamente. 

No se quejó ni habló mal de nada, simplemente dejó claro que está dispuesto a enfrentar las circunstancias como vengan. Tiene que haber sido duro para él la llegada de los juegos electrónicos, raspa y gana, pega esto, aquello y lo otro... Pero ahí sigue él, insistiendo en sus billetes tradicionales y haciendo sus ventas. 

Nada afecta más la posibilidades de éxito, que la queja. Cuando la queja se convierte en costumbre, vemos los problemas más grandes de lo que realmente son. Además se nos va la energía y afecta el ánimo, por lo cual se nos hará más difícil enfrentar los retos que la vida nos pone de frente. 

Antes de salir de El Cocotazo, donde también conocí a su dueño Luis, quien estaba con delantal puesto metiendo mano junto a sus atentos empleados, Norberto me comentó con mucha alegría que la semana pasada había vendido el premio mayor de $1 millón. Alguien se benefició de la suerte de Norberto, así que espero que “toque con limón” a Norberto, dándole su merecida propinita. Es lo que se estila y lo justo.