La cuarentena nos ha permitido ver de todo un poco en las redes sociales, ya nada nos sorprende.

Entre tanta noticia difícil y preocupaciones, nos ayudó a bajar el diapasón el enterarnos por las redes que una audaz yegua, que leí responde al nombre de Johanna, decidió aprovechar la ausencia de gente en la pequeña Isla Caracoles para ir a darse un chapuzón. Se convirtió en la comidilla del día y en la envidia de todos.

Johanna estaba tomando el sol en un lugar paradisíaco, donde todos quisiéramos estar en estos momentos. De inmediato, personal de agencias del gobierno y ciudadanos privados se movilizaron para ayudarla a regresar a tierra. No le preguntaron si ella quería regresar, pues a lo mejor les hubiera dicho que la dejaran un tiempito allí.

Siempre me gusta ver a ciudadanos dando el máximo por salvar la vida de un animalito, eso habla muy bien del corazón de nuestra gente. Estos temas siempre hacen aflorar la creatividad de los boricuas, quienes no dejamos pasar una. El vacilón con la noticia fue amplio y variado, mi favorito fue el meme con el disfraz de caballo que supuestamente vendían para que la gente pudiera llegar a Caracoles violando la cuarentena.

El vacilón siempre permite colar una que otra verdad, en este caso todos añoramos el fin de la cuarentena para regresar a nuestro compartir de siempre. ¿Que vamos a hacer cuando superemos la crisis del COVID-19? Ya todos tenemos planes tentativos, donde de seguro se incluye algún jangueo de playita. Por eso la yegua Johanna era la envidia de todos, pues soñamos con el momento en que podamos regresar a nuestras andanzas por nuestra isla. A visitar nuestras playas, neverita en mano, a compartir con los panas.

La imagen de la yegua Johanna en Caracoles se une a las muchas otras que hemos visto en Puerto Rico y en otras partes del mundo, donde los animales parecen reclamar lo suyo, los espacios antes ocupados por los humanos. Este planeta es de todos. Lamentablemente, quienes peor uso hacemos de él, somos quienes más lo necesitamos y nos beneficiamos.

Estoy segura que Johanna pudiera estar un mes en Caracoles con 50 panas equinos y jamás causaría el daño que en un día de disfrute provocamos los humanos con nuestra basura e indiferencia ambiental. Espero que el encierro de cuarentena nos lleve a valorar más lo que la naturaleza nos ha regalado y seamos más considerados protegiéndolo.