Hace una semanas, celebré mi cumpleaños, junto con el de mi esposo, pues cumplimos en días consecutivos. Debo admitir que por primera vez la celebración me llevó a preocuparme por paso del tiempo. No es que me pusiera triste, es que, simplemente, fue inevitable el “reality check”.

El tiempo pasa volando y ni cuenta nos damos. Ya tengo un hijo adolescente y otra casi casi adolescente. Pareciera que fue ayer cuando los lactaba y le cambiaba los pañales.

El tinte de pelo me ayuda a disimular las canas y las patas de gallina necesitan también de ayuda para no ser tan evidentes. Sin espejuelos no puedo leer y el sueño me obliga a que las fiestas sean más cortas. Todos estos cambios en un abrir y cerrar de ojos, uno no se da cuenta.

El tiempo no da tregua ni avisa. Simplemente, pasa sin pedir permiso ni encomendarse a nadie. Ya pronto se irán mis hijos a estudiar a la universidad, se casarán y a lo mejor me hacen abuela y, de seguro, todo ocurrirá sin darme cuenta del tiempo transcurrido. Igualmente, mi tránsito a la vejez y con ella a la inevitable partida de este mundo. Siendo esto una realidad incuestionablemente, no podemos darnos el lujo de perder el tiempo. Tenemos que vivir intensamente. “No hay tiempo para perder el tiempo” y pongo entre comillas esa frase, pues se me acaba de ocurrir, pero puede que la haya leído en algún lugar que no recuerdo, pero sea mía o de alguien su contenido es correcto.

Esto no implica que no debemos tener tiempo de ocio. Por el contrario, tan importante como el trabajo y demás actividades es disfrutar también durante el descanso. Me encanta una frase de John Lennon que dice: “El tiempo que disfrutas perdiéndolo no es tiempo perdido”.

Tiene toda la razón. El tiempo se pierde cuando no disfrutamos nuestro paso por la vida que, de antemano, sabemos no es infinita. Se nos acaba el tiempo sin darnos cuenta, tenemos que aprovecharlo. Disfrutar de nuestros hijos mientras crecen y se forman. No perdernos por nada del mundo sus momentos importantes. Disfrutar la vida en pareja a plenitud, evitar pelear por cualquier tontería que nos afecte el ánimo y nos quite tiempo de alegría. Compartir con nuestros padres, hermanos, amigos. Practicar el deporte que nos gusta, ir al concierto de música de nuestra banda favorita, al cine, a la playa, leer un libro, lo que sea que nos llene y brinde alegría.

Estoy mirando mi calendario de manera distinta, valorando cada espacio para asegurarme que invierto el tiempo de forma correcta. Tengo el año repleto de actividades familiares, eventos de mi trabajo que tanto disfruto y otras personales, como la carrera del San Blas en Coamo y el 10k del Teodoro Moscoso.

Tengo clarísimo que ya pronto, en un pestañear de ojos, estarán cantándome cumpleaños nuevamente y para ese entonces espero haber aprovechado cada segundo de vida.