Además de ser madre y ver crecer a mis hijos,  siempre quise tener un matrimonio estable que me permitiera envejecer al lado de mi pareja.

Bueno, ahí vamos, aunque nunca se puede cantar victoria y dormirse uno en los laureles.

Los matrimonios hay que trabajarlos y cultivarlos diariamente. Es lo que he procurado hacer en los pasados ocho años.

No me puedo quejar, la verdad es qu ehan sido los mejores ocho años de mi vida, sin que ésto implique que todo ha sido color de rosa.

Como toda pareja siempre hay momentos tensos, pero gracias a Dios nada del otro mundo.

Me queda mucho camino por delante y como quiero caminarlo de la mano de mi esposo siempre es bueno buscar conocimiento y experiencia, sobre todo de quienes han superado grandes pruebas.

Conocí el caso de don Francisco y doña Hilda.  Llevan 70 años de matrimonio y tuve el privilegio de dialogar con ellos en mi programa de televisión Alexandra de Noche.

Sí,  así como lo escuchó, 70 años y usted y yo pensando que ocho, diez o 20 años es mucho tiempo.

Hilda tiene  88 años y don Francisco 90 años, pero siguen queriéndose y tratándose como dos adolescentes enamorados.

Él es un veterano  del conflicto de Corea, miembro del prestigioso Regimiento 65 de Infantería que recientemente fue galardonado en el Congreso de los Estados Unidos.

Su vida militar fuera de Puerto Rico hacía de la relación en pareja un reto que supieron enfrentar y superar con altas dosis de amor y comprensión.

Ella, por su parte,  vivía dedicada a sus hijos y desde su terruño le pedía todos los días a Dios que le regresara a su marido con vida, para que pudieran disfrutar juntos la familia que ya habían formado.

A las edades de 90 y 88 años, Francisco e Hilda mantienen intacto su buen sentido del humor, la comunicación y el disfrute pleno de la relación en pareja. 

Salen al casino, bailan, hablan muchísimo y duermen juntitos en el mismo cuarto, pero en camas separadas ya que así doña Hilda lo quiso, porque de ser por don Francisco todavía él seguiría echándole la patita.

Para eso es que uno se casa, para disfrutar la relación en pareja, reírse en complicidad, apoyarse, amarse y perdonar.

No es para estar sufriendo y peleando, y de ser así, habría que pensar si bajo esas circunstancias el mantenerse juntos  sería lo más sabio y saludable.

A doña Hilda y don Francisco les deseo muchos años de vida y ojalá sean muchas las parejas que puedan mirarse en ese espejo.

En mi caso ya comencé a implantar algunas de las recomendaciones que en privado me dio doña Hilda, espero que el señor de casa reaccione igual que don Francisco.

El tiempo dirá.

Todos mis dedos cruzados para que así sea.