Me sorprendió llamar a mi hermana mayor y que no me pudiera atender porque estaba en una graduación. Ella es directora de escuela en el pueblo de Cidra. “Te llamo cuando terminen los actos de graduación”, me dijo, luego de “picharme” varias veces.

Al decirme graduación, inevitable no recordar las maratónicas ceremonias en las que participé cuando me gradué en kinder, primero, sexto, noveno y cuarto año. Las recuerdo con mucho cariño, fueron momentos importantes en mi vida. El nombre de mi clase era Scarignus, que significaba amigos por siempre. La decoración muy sencilla, pero bonita. Llena de brillo y colores. La canción de la clase, la música del desfile, las premiaciones y sobre todo, la cara de orgullo de mis padres al ver a su hija vistiendo la toga y recibiendo su diploma.

Por eso, puedo imaginar cuán angustioso puede ser para nuestros jóvenes el no poder celebrar sus actos de graduación. Esa fue la razón por la cual mi hermana no contestó al teléfono, pues como directora de escuela, fue invitada a la graduación virtual que la familia Ayala Rosa (en la foto), de una de sus estudiantes, organizó. Pues, bajo ninguna circunstancia, el padre permitiría que pasara a la escuela superior sin celebrar unos actos de graduación.

Resulta que la niña, por diferentes circunstancias en contra de su voluntad y la de su familia, no había podido participar de sus graduaciones de kinder y sexto grado, así que una tercera vez resultaba demasiado. Por lo tanto, su padre decoró la casa, preparó un programa de graduación con todos los elementos característicos y convocó a las autoridades escolares y amigos. Utilizó la plataforma Zoom, conectó a todo el mundo, y ¡birrete al aire! Me cuenta mi hermana que fue bien emotivo. Estoy segura que cuando esta joven sea mayor, recordará esta graduación, incluso más que la de cuarto año si la celebra en su formato tradicional.

Como ella, son muchos los estudiantes que se han visto forzados por la pandemia a culminar su semestre de manera irregular, como también a graduarse sin participar en la tradicional ceremonia. Todos esos estudiantes deben recordar este momento como uno especial e incluirlo en su proceso de formación y aprendizaje, como símbolo de que la vida siempre puede cambiarnos las circunstancias y tenemos que estar listos para eso.

La toga y el diploma son tela y cartón prensado, que adquiere significado gracias al esfuerzo de quien lo merece. Ese camino andado, que en el caso de los actuales graduandos incluye terremotos, huracanes y pandemia, es lo verdaderamente importante, y ustedes lo han realizado en circunstancias muy especiales. Lejos de desanimarse, este momento debe servirles de estímulo para continuar su paso por la vida, sin miedo a los retos ni a los momentos difíciles.

A falta de ceremonia, saca un ratito para recordar lo vivido. Dale una llamada a tu maestra favorita, agradécele y comunícate con tus amigos para recordar buenos tiempos. Los padres, por su parte, no deben subestimar lo importante que resulta para nuestros hijos el recordarles lo orgullosos que nos sentimos de verlos culminar una etapa tan importante de sus vidas. Celébrenlo como puedan, tiren para arriba un sombrero si no hay birrete, pero denle importancia al momento, pues bien merecido lo tienen nuestros estudiantes.

¡A todos los graduandos mis felicitaciones!