No encuentro forma de entrarle al fútbol americano; no me gusta. Tampoco lo entiendo mucho. Aunque con lo que sé, me basta para poder ver la primera mitad del Super Bowl en lo que llega el Halftime Show.

Eso hice el domingo. Prepararé algunas cositas para picar, pedí pizza y me puse a esperar con ansias que terminara la mitad para ver el anticipado show artístico. Pensé que, como otros espectáculos similares, estarían chévere, pero nada de otro mundo. ¡Me equivoqué!

¡Cuánta alegría me dio presenciar uno de los mejores shows en vivo que he visto en mi vida! Un derroche de energía, de sensualidad, de buena coordinación. Shakira terminó su parte de forma tan magistral y de pronto apareció JLo. Cuando aquella boricua del Bronx entró al escenario, a ningún televidente le quedó duda que estaban viendo a la mejor del mundo. Esa seguridad sobre la tarima, su proyección y la complejidad de las coreografías. Ni hablar de su siempre impecable outfit.

Mención especial a las participaciones de Bad Bunny y J Balvin que aportaron su toque urbano. Pero para los puertorriqueños, el broche de oro inevitablemente fue ver nuestra bandera. Qué increíble como la emoción brota de forma automática al ver ese símbolo que todos llevamos en el corazón.

Si en todo el país fue como en la sala de mi hogar, JLo hizo brincar de la emoción a la isla entera. “¡La bandera! ¡La bandera!” Parecíamos nenes chiquitos celebrando aquel momento, que aunque fueron segundos, resultaron suficientes para despertar nuestro orgullo patrio y celebrar nuestra puertorriqueñidad.

Tan difícil que se nos hace en ocasiones ponernos de acuerdo y tan fácil que se le hace a nuestra bandera unirnos. Debemos agradecerle a JLo habernos representado bien y haber encontrado espacio para nuestra bandera en un momento protagónico de su presentación.

Muchas personas prominentes de los Estados Unidos, opinaron que este había sido el mejor Halftime Show en la historia de los Super Bowl y qué honor para nosotros los puertorriqueños, que nuestra bandera fuera testigo y protagonista de ese momento.

Me disculpan los fanáticos del fútbol, pero luego del show me acosté a dormir. Por emocionante que se pusiera el juego, no había forma de superar el regalo de JLo y Shakira.