Todo mi calendario de vacaciones se vio ajustado dramáticamente por razones mayores. Teníamos que buscar dónde ver a Jasmine Camacho-Quinn ganar la medalla de oro.

Podrán imaginarse nuestra ansiedad buscando por California el mejor lugar posible para no perdernos un momento tan importante en nuestra historia. Llegamos a una barra que estaba llena y aunque no era lo que buscábamos, el tiempo nos traicionó y tuvimos que conformarnos. Nos acomodamos poco a poco hasta que nos ubicamos frente a los televisores. Por fortuna también competía una representante de los Estados Unidos, así que los dueños de la barra no tenían problemas en dejar los televisores en la transmisión oficial de las Olimpiadas.

Llamaba la atención de los presentes nuestro interés... la verdad es que nadie más prestaba atención, solamente nosotros. De inmediato nos preguntaron, y con mi inglés de Cidra le expliqué lo importante que era para nosotros aquella carrera. Se hicieron aliados de nuestra causa inmediatamente, por lo que los aplausos para Jasmine se multiplicaron.

Sonó el disparo de salida y con cada valla que brincaba nuestra Jasmine, aumentaban los gritos en la barra. Nosotros en español y nuestros nuevos amigos en inglés, pero todos a favor de Jasmine. Llegó la medalla de oro y con ella la celebración. Parecía que estábamos en La Placita y no en una barra de California. Esas emociones se sienten donde quiera que se encuentre un boricua, no hace falta estar en la isla.

El sentimiento que nos hermana y que Jasmine con su esfuerzo despertó en el corazón de cada puertorriqueño, también estaba presente en California. Esos momentos de alegría hay que disfrutarlos y celebrarlos sin cuestionamientos. Simplemente, celebrarlos. De eso nos encargamos los allí presentes, convirtiéndose esa experiencia en lo mejor del viaje de vacaciones, hasta ahora.

A mí me encanta Jasmine como atleta y como persona. Su carisma es contagiosa y te provoca quererla aun sin conocerla. Proyecta ser una mujer determinada y segura de sí misma, pero sobre todas las cosas, se destaca ese amor que demostró por su madre al hacer suyo el amor por nuestro Puerto Rico.

Gracias Jasmine, por obligarme a romper el calendario de mis vacaciones para regalarme un momento tan especial que todos los que lo vivimos recordaremos para el resto de nuestras vidas.