La pasada semana compartieron conmigo un escrito titulado “Las sandalias negras”. El mismo, por su belleza, se había hecho viral siendo compartido por miles de personas en las redes sociales.

Por alguna razón el escrito, que llegó a mi WhatsApp y al de mi esposo, mencionaba que su autor fue el célebre Gabriel García Márquez. Nadie lo puso en dudas, pues aquella creatividad debía haber sido escrita por una mente genial, como la del Gabo.

Grata fue la sorpresa en mi hogar cuando nos aclaran que “Las sandalias negras” fue escrito por la puertorriqueña de Aguadilla, Marisel Hilerio. 

“¡Ahora me gusta más!”, comentó mi esposo sacándome las palabras de la boca.

Hilerio nos invita a vivir sin miedo, a disfrutar el ahora. Nos narra que su madre le dio una gran lección de vida cuando decidió estrenar al otro día unas sandalias negras que le había regalado.

A la pregunta de su hija sobre la razón para no guardarlas para un momento especial, su madre contestó: “¿Y si me muero mañana?... las tendría que estrenar otra persona y no yo. ¡Son para usarse ahora!

“Dos meses después, partió a su última morada”, relató la autora, quien luego añade “¡Cuánta razón tenía!; ¿qué es realmente un día especial, cuando la vida se vive una sola vez?”. 

Soy fiel creyente del pensamiento que nos comparte Marisel Hilerio, invitándonos a vivir nuestros sueños sin demora, a expresar lo que sentimos, a realizar lo que nos hace feliz.

El que vive calculando y planificando en exceso, se corre el riesgo de nunca encontrar el momento adecuado para nada. Tampoco es vivir de prisa y sin norte, es reconocer y no tenerle miedo a los riesgos naturales que la vida nos obliga a asumir.

El día que conocí el escrito de Marisel tenía a mis padres de visita en casa. Los invité a almorzar. Inspirada por su escrito decidí estrenar unas tazas de café que, supuestamente, estaba reservando para un momento especial. ¿Pero, qué mejor momento que tener a mis padres en casa?

Como aprendí con Marisel: “Mañana no existe, es sólo una esperanza, una idea que tal vez no llega. Sólo nos queda... Hoy”.

Así lo hice y así tenemos que hacerlo mientras nos quede aliento.

Tenemos que salir a vivir, a disfrutar, a reír, que cuando llegue el último día no existan reproches en nuestro corazón, sino la tranquilidad de que 

hicimos todo lo posible por ser feliz y ayudar a otros a serlo.

Revisa tu vida y verifica qué te queda por estrenar. De seguro encontrarás algunas “sandalias”,  sácalas de la caja, póntelas y disfrútalas. ¡Te lo mereces! 

PD. En mi página de Facebook está el escrito completo de Marisel Hilerio.