La pasada semana se hizo viral un vídeo donde una señora alterada, rompió un arte del famoso artista brasileño Romero Britto lanzándolo con furia al suelo en su presencia. En el audio se escucha a la mujer recriminarle al artista por haber tratado de manera inadecuada a los empleados de su restaurante. “Vas a mi restaurante y maltratas a mi personal, yo solía respetarte como artista, pero ya no más”, fueron sus palabras específicas.

Todo esto ocurrió ante el asombro de los presentes, sobre todo del propio artista.

A lo mejor Britto todavía no sabe qué fue lo que hizo, pues la soberbia nubla la razón y hace ver lo abusivo como normal.

Lamentablemente, hay personas que realmente se creen superiores y porque tienen algunos pesos en los bolsillos, o son famosos, piensan que tienen el derecho de maltratar a los demás. Señalan de mala forma algún pequeño descuido o falta en el servicio olvidando que se pude lograr lo mismo con respeto y amabilidad.

Debería ser todo lo contrario, la gente que ha sido bendecida por la vida con fortuna y fama deberían agradecer su dicha con un comportamiento ejemplar que los lleve a ser, incluso, más tolerantes y amables de lo normal.

Un ejemplo de esto lo conté en una columna, años atrás, cuando narré mi experiencia con Tommy Torres cuando era mesera y uno de sus acompañantes fue grosero en el trato conmigo. Él, de inmediato lo paró en seco, exigiéndole que me tratara con respeto. ¡Nunca olvido ese momento!

Como tampoco olvido, en mis inicios en la televisión, el grito de un asistente de producción llamándome “bruta” en plena grabación de un programa y mi respuesta instintiva mentándole la madre y diciéndole hasta del mal que iba a morir. Afortunadamente, no me botaron.

Hay gente que el poder les hace daño, los transforma. Los convierte en personas crueles e insensibles. Este tipo de personas, quienes les rodean casi siempre sienten por ellos más temor que respeto. Esa forma de vivir les hace frágiles, pues llega el momento en que la gente les pierde el miedo y revienta. Tal parece que esto le ocurrió a la dueña del restaurante, quien se describe como una admiradora de Britto que, por su comportamiento hacia sus empleados, le había perdido el respeto.

Sin dudas, una medida extrema y dramática la asumida por esta empresaria en defensa de sus empleados, pero muy significativa. La deben haber recibido con aplausos a su llegada al restaurante y, de seguro, nunca antes sus empleados habían sentido tanto orgullo de trabajar para ella.

La vida establece unas reglas que deberían ser inviolables, la más básica e importante de todas es el respeto a los demás. Tratar a los demás como nos gusta que nos traten, sencillo.