Uno se acostumbra a los tapones, al punto de que planificamos de acuerdo a ellos. Yo, por ejemplo, sé que si me tardo cinco minutos más en salir de casa para llevar a los nenes a la escuela, el tapón me atrasará 15 o 20 minutos. 

Los tapones de siempre no son el problema, lo malo es cuando nos sorprende un tapón nuevo, que no teníamos en el radar. Así me pasó la semana pasada, siendo inevitable no decir en voz baja algunas palabras con la ñ y dar uno que otro golpecito sobre el guía del carro. Uno quiere saber la razón, para dirigir el coraje de forma directa al causante de tu mal rato. En este caso, el tapón lo estaba provocando una guagua pick-up averiada, que se había quedado en el medio de la carretera. Era en un lugar crítico, con muy poco espacio en los laterales, por lo que se creó un embudo fastidioso que me hizo llegar tarde. 

Eso le pasa a cualquiera y es una chavienda. Todos te tocan bocina como si con eso fueran a resolver el problema. El pobre señor, preocupado y con su celular en la mano, me imagino que estaba llamando a la grúa. Me llamó la atención un sticker que tenía la desdichada pick-up en el cristal de atrás con la frase “Los favores cuestan $25”.

No ayudaba mucho ese mensaje a la causa del señor, pues en ese momento a nadie le daba gracia. A mí que casi todo me resbala, me llamó la atención. No quiero imaginar a quienes siempre andan con la trompa montá. Hay temas con los que tenemos que tener cuidado, por su naturaleza cotidiana. Todos los días estamos expuestos a imprevistos y dificultades que pueden requerir la ayuda de alguien. Igual alguien puede necesitar de nuestra ayuda, es algo muy común. Por querer lucir irreverente o hacernos los chistosos, nos podemos hacer daño nosotros mismos.

Esto se ve mucho en las redes, cuando comentan sin encomendarse a nadie pensando que todo es un juego y que lo que ahí expresamos no tiene repercusión en la forma en que la gente nos percibe. Hay que tener mucho cuidado y saber que las palabras son como los búmerans. Dedicar tiempo a estar insultando a la gente y criticando a diestra y siniestra con el único propósito de entretenerte, tarde o temprano te pasará factura. 

Aquella estampa del señor de la pick-up necesitando quien le diera la mano, mientras dejaba claro que no le hacía favores a nadie era un poema. Debemos procurar nunca estar en una situación como esta. No se sabe quien será la persona que la vida nos pondrá de frente en un momento de necesidad. Y que, en vez de cobrarle $25.00 por el favor, termines debiéndole la vida.