Una cosa es hacerlo bien, otra es que te apasione y guste hacerlo. Aunque con el tiempo, quien siente pasión hacia algo y lo práctica, aprende y mejora. Eso me ha pasado con varias cosas en la cuarentena, pero sobre todo con la cocina. Le he metido empeño, me he faja’o y entiendo que he mejorado mucho. Al menos, los paladares de casa me han dado su aprobación.

Como he tenido tiempo de sobra, durante la cuarentena me propuse ver todo tipo de vídeos educativos, leer recetas y hablar con amigos y amigas, algunos chefs profesionales, otros expertos autodidactas, que me han compartido parte de su conocimiento. Motivada por esta nueva pasión, me atreví a presentar los sábados, desde mi casa, una sección de cocina aficionada a la cual todavía no le he puesto nombre. Invité a mis seguidores para que me recomendaran alguno y creo que el más que me gustó fue Receteando con Ale. Sí, admito que La casi casi chef suena más comercial, pero no puedo seguir hasta los 70 años siendo “la casi casi” en todo, así que ya está bueno. Ese título se escucha brutal, pero no va. Me quedo con Recetando.

A la gente le ha gustado y la pasamos bien. Son recetas sencillas, parecidas a las que Luisito Vigoreaux presentaba en Friendo y comiendo, pero modernas. En los primeros capítulos preparé un risotto de setas y una crema de calabaza que tuvieron respaldo casi unánime, pero el último ha sido muy controversial. Preparé una papitas fritas con ajo, romero y queso parmesano que no tuvieron la misma suerte. El problema principal fue el aspecto del ajo, que tenía algunos tallos que se convirtieron en musa para los más creativos de las redes. Mi amiguita Gisselle, por ejemplo, escribió en mi Instagram lo siguiente: “ ¡Coño! Yo le hubiese pintado las uñas al ajo”. Y por ahí, de todo un poco le dijeron al pobre ajo, quedando a un lado el resto de la receta.

Un golpe fuerte para mis aspiraciones de chef, pues uno es tan bueno como lo última vez. Admito que la paso súper bien como chef aficionada, sobre todo mirando las caritas de mis hijos y esposo cuando prueban alguno de mis inventos. Todo gracias al tiempo que la cuarentena hizo disponible, demostrando que incluso de los escenarios adversos, pueden surgir cosas chéveres. Son muchas las personas que han descubierto nuevas pasiones o perfeccionado las de siempre durante la cuarentena. Cuando el ser humano se ve obligado a buscar dentro de sí, regularmente surgen cosas nuevas y buenas.

Pensé tomar un descanso de Recetando, en lo que me recupero del golpe del ajo con tallos, pero recibí la llamada de un amigo chef que todo Puerto Rico conoce y quiere mucho. El sábado vuelvo a la carga con una receta de él, que estoy segura, bueno espero, sea un éxito. Necesito retomar el prestigio perdido.