Terminadas las clases, mi hija Miranda, me hace una pregunta muy singular: ¿Mamá, si saco buenas notas podría haber un regalito por ahí? Hace la pregunta medio en broma, pero con toda la intención de que yo la cogiera en serio.

“Bueno, Miranda, y si te digo que no, cómo cambia eso las cosas, pues sacar buenas notas es importante para tu futuro, con o sin regalito”, fue mi contestación inicial a lo que la niña con mucha astucia me responde que por eso ella no lo preguntó al comienzo de clases y sí al final, cuando ya los exámenes habían terminado, lo que despejaba cualquier duda sobre querer condicionar las buenas notas al incentivo.

Así que me ganó el debate y le dije que veré las notas para ver si llegaba un regalito.

Bueno, cada cual cría a sus muchachos como mejor entiende. En mi caso, pienso que los incentivos -cuando hacen las cosas bien- son importantes. No tienen que ser grandes cosas, desde un reconocimiento frente a la familia que ellos no esperan hasta algo que puedan usar para jugar y entretenerse. Claro que hacer las cosas bien tiene que convertirse en un hábito y debe ser incondicional, pero nunca está de más un estímulo, una palmadita en la espalda que los aliente.

Igual nos pasa a los artistas cuando salimos a escena, no importa si la sala está llena o vacía tenemos que hacer siempre el mayor de los esfuerzos, pero quien diga que no disfruta de los aplausos, miente. Siempre reconforta saber que nuestro trabajo fue del agrado de la gente. Así estamos diseñados los seres humanos, respondemos a estímulos para bien o para mal. Nuestro estado de ánimo se puede afectar con facilidad por las cosas que pasan en nuestros alrededores.

Siendo esto algo natural, por qué no utilizarlo para que pasen cosas buenas estimulándonos nosotros mismos y a los demás.

Siempre procuro reconocer e incentivar a mis hijos y seres queridos cuando hacen algo bueno, aunque sea con una mención frente a la familia. Entre esos seres queridos están mis perritos, que cuando hacen las necesidades donde se supone se llevan siempre su caricia en la barriga y su “treat”.

Esta semana deben llegar las notas y si, como espero, son buenas, mi hija recibirá un merecido regalito. Igual mi hijo.

Si regalamos en navidades por tradición, hacerlo como reconocimiento a una buena gestión tiene un significado igualmente importante. Esas pequeñas celebraciones no pueden faltar, pues la gente las valora más de lo que en ocasiones pensamos y, lo más importante, que los motiva a seguir haciendo las cosas como se supone.