Jamás imaginé que un vídeo colocado en Instagram, donde mi hija Miranda, en aquel momento con dos añitos de edad, me pedía disculpas por haberse comido un churro, me fuera a brindar la oportunidad de estar escribiendo una columna semanal por nueve años.

Ese carácter impredecible de la vida es lo que la hace hermosa y divertida. Uno nunca sabe cuándo surgirán las oportunidades, por eso debemos siempre estar alertas.

Mi primera reacción a la invitación que me hiciera este periódico fue de escepticismo. Asociaba las columnas de opinión con escritos complejos hechos con lenguaje rebuscado que sólo podían escribir intelectuales. Por cortesía, les dije que me dieran un día para pensarlo, pero estaba casi segura que la decisión sería que no.

Luego me llamaron para aclararme que no querían una columna tradicional, si no unas reflexiones cortas sobre los temas que yo quisiera y que le permitiera a la gente entretenerse.

“Como si fueras a convertir un video de los que haces para las redes sociales en una columna”, fueron las indicaciones específicas. Entonces me pareció algo divertido y diferente. Aún así, no quería tener una responsabilidad fija, por lo que acepté por unos meses… ¡y han pasado nueve años!

La verdad que la he pasado muy bien y todo ha sido como me anticiparon, nunca recibí ninguna presión para escribir o dejar de escribir sobre un tema y un respeto absoluto a la forma de redactar y a mis opiniones.

Me sorprendió la aceptación de ustedes, mis seguidores, quienes convirtieron la mayoría de las columnas en las más leídas en la plataforma digital de primerahora.com. Nunca pretendí ser escritora ni nada por el estilo, por el contrario, desde el reconocimiento a esa limitación traté de presentar desde este espacio una alternativa de lectura sencilla, muy parecida a las conversaciones que tengo con ustedes por mis plataformas sociales.

Fueron nueve años de intercambio de ideas que me permitieron crecer y aportar mi granito. Demás está decir que estoy muy agradecida. Ahora, la verdad es que escribir la columna, cada vez se me estaba haciendo más difícil. El tiempo de mis hijos con sus tareas en la escuela y el trabajo con sus nuevas complicaciones me ponían a correr los domingos buscando un buen tema para desarrollarlo y poder compartirlo con ustedes.

Mis columnas de los martes las escribía domingo y las entregaba los lunes al periódico para su publicación los martes. El pasado domingo casi no dormí, pues no encontraba sobre cuál tema escribir. Cada tema que me venía a la cabeza era una repetición de una columna anterior, así que tenía que descartarlo. La creatividad se me había fatigado, los nueve años me estaban pasando factura. Uno debe ser honesto con uno mismo y cuando llega el momento de pausar, tenemos que hacerlo. Es mejor una salida a tiempo que incumplir. Por eso esta será mi última columna. Es lo correcto y lo prudente.

Más agradecida no puedo estar de la oportunidad que Primera Hora me ofreció y el respaldo brindado por los pasados nueve años. Esta experiencia ha sido de mucha importancia en mi vida. Me voy contenta, además, porque me notificaron que una buena amiga a quien le sobra el talento y el don de gente ocupará este espacio a partir de la próxima semana. Se trata de Norwill Fragoso, que estoy segura nos va a divertir muchísimo con el contenido de sus columnas. Para ella mis mejores deseos y bendiciones.

Para ustedes, mis seguidores, una vez más mi agradecimiento por el cariño e incondicional y respaldo. ¡Los quiero!