No tengo y jamás tendré la muy codiciada estrella que reciben artistas de renombre en Hollywood. Pero sí tengo mi bolita de Navidad en la plaza pública de mi querido pueblo de Cidra.

Si se dan la vuelta por la plaza pública podrán apreciar unos bonitos adornos, específicamente unas bolitas navideñas que sirven a la vez para rendir homenaje a nuestros diferentes compueblanos. 

Los adornos son muy sencillos, nada de extravagancias; tienen las fotos de diferentes personalidades que por distintas razones el municipio entiende ponen en alto el nombre de nuestro pueblo. Para mí es un honor que piensen que de alguna forma hago sentir orgullosa a la gente de mi pueblo.

Sé que también papi y mami, cuando ven la foto de su nena en la plaza del pueblo, se sienten muy bien y al final eso para mí es lo más importante. Todo lo que hago en la vida va dirigido a tratar de que ellos se sientan orgullosos; que sepan que no fue en vano todo el sacrificio de vida que  hicieron por mí. 

Además de la bolita en la plaza, este fin de semana tuve el honor de ser la madrina del tradicional Festival de la Paloma Sabanera en Cidra. ¿Qué más se puede pedir? 

En un carrito convertible viejo, pero bien brillao, escapotao, me pasearon por las calles del municipio mientras saludaba a la gente que se encontraba en las aceras. Allí estaban los maestros y maestras que me educaron y enseñaron tantas cosas. Mis amigas y amigos de infancia con quienes crecí, hice maldades, lloré y reí. Aquel policía famoso por ser estricto y al que todos le teníamos miedo y respeto. Los pequeños comerciantes que llevan una vida trabajando dignamente sin nunca perder la sonrisa. Allí vi a los deportistas, en especial a quienes han vestido la camiseta de los Bravos de Cidra en el béisbol Doble A, orgullo de nuestro pueblo. En fin, todos los sectores representados. 

Aunque las lloviznas nos acompañaron durante todo el camino, la gente apenas utilizó sombrillas, estando dispuestas a mojarse con tal de no perderse nada. 

Montada en aquel antiguo convertible era inevitable no recordar los desfiles de los field days y mis deseos nunca cumplidos de haber sido la reina en alguno de ellos. También cuando representé a Cidra en el certamen de Miss Petite imaginé que si ganaba organizarían algo parecido. Obviamente tuve que conformarme con llegar en el carro de papi directita hacia mi casa. 

El domingo fue un día muy significativo, lleno de mucha alegría. Agradezco al alcalde de mi pueblo y al comité organizador por tan bonito detalle.

Cuando uno se cría en pueblos pequeños, no importa a dónde la vida nos lleve, siempre cargamos con nosotros los recuerdos de infancia y el orgullo de nuestro origen. En mi caso orgullosa siempre no solo de ser puertorriqueña, sino también Brava y cidreña. “Pa’ brava yo”.