Me escribió alguien en Facebook que al escuchar a Papo Brenes decir que tenía cáncer en el páncreas, comenzó a llorar como si se tratara de un familiar, a pesar de nunca haberlo conocido. 

Como lloró la señora también hubo lágrimas en los pasillos de Telemundo y en el mundo del entretenimiento. Sorprende notar cómo alguien que ha laborado toda su vida en la farándula no se le conocen enemigos. No es que no haya tenido diferencias, pero siempre ha dejado la puerta abierta para la reconciliación  y el perdón.

También lloraron en Puerto Nuevo, lugar donde creció. No es para menos, he compartido junto a su compañera Pauline y mi esposo en el Bar de Chano que tanto Papo menciona, donde las cervezas son a $1.00 y los tragos a $1.50, hay bohemia y mucho calor de pueblo.

El respeto que le muestra al presidente de Telemundo no es distinto al que siente por sus panas de bebelata en Puerto Nuevo. Su ética de trabajo no es distinta ni menos rigurosa que su ética de vida. 

Lo recuerdo llamando a Rosa, dueña del video club que ubica al lado del bar, para que me dejara estacionarme en uno de sus espacios. La respuesta de ella: “Sabes Papo que a ti no puedo decirte que no”. 

Ese es Papo, lo único que ha necesitado para ganarse el cariño de la gente es ser como es. Amigo de los buenos, de los que nunca falta. Ha sido el “tapa rotos” oficial en mi programa de televisión cuando algún invitado me cancela a última hora. Todo por ayudarme. 

Ha sacado la cara cuando he tenido algún problema o pasado un mal rato. Me dice rata, lapa y cachetera, pero hasta en los “insultos” sabe agradar. Cantante oficial en karaoke de la canción “Amada mía”, la cual nunca falta en nuestras fiestas. 

Ese es Papo, un hombre noble y amable, pero también firme a la hora de defender las cosas en las que cree y a la gente a la que quiere; sobre todo a su familia. Aunque siempre elegante y planchado, sin  nada de lujos y extravagancia, muy sencillo y modesto. También desprendido pues aunque chavos no le sobran, no vacila en meterse la mano al bolsillo para pagar el round o el café.

Un hombre que ha vivido siempre de esta forma solo merece que le pasen cosas buenas; ahí descansan las esperanzas de todos los que lo amamos y estamos dispuestos a luchar junto a él la batalla que está próximo a comenzar. Hoy Papo anda fuerte, firme y esperanzado. 

A él no le he visto llorar; me dice que no quiere vernos preocupados. Ese es Papo, la nobleza hecha ser humano.

Hermanito mayor, perdona la tristeza, pero resulta inevitable no sentir tu dolor. Dale duro y confía mucho en Dios.

Vamos a cerrar la calle frente al Bar de Chano para celebrar tu recuperación. A Rosa que no se preocupe... pondremos ‘valet parking’. 

Ve calentando la garganta; nunca un karaoke habrá sonado tan bonito. ¡Amada mía!