A pesar de la luz y otras preocupaciones, debemos celebrar la Semana Santa como supone: en comunión con Dios y disfrutando un merecido descanso de la rutina diaria. Recargar baterías nos conviene a todos, además despejar la mente y descansar el cuerpo.

Durante los próximos días debemos aprovechar para reflexionar sobre la vida y fortalecer nuestro espíritu. En la iglesia de tu predilección o en comunión directa con Dios, pero esta próxima semana no puede faltar esa comunicación. Fortalecer nuestro espíritu nos dará paz y tranquilidad para poder afrontar los retos que inevitablemente encontraremos en nuestra ruta por la vida. Sin esa fortaleza espiritual no podremos disfrutar a plenitud la vida, y toda carga, por liviana que parezca, hará difícil nuestro viaje.

En esa mirada interior, en ese encuentro con nosotros mismos, es que encontramos el verdadero sentido de la vida. Entre mis amistades cercanas tengo un poco de todo. Hay amigos que estarán de lleno en la fase espiritual, haciendo sacrificios y guardando la semana para estar en absoluta comunión con Dios. Otros que se van con las neveritas llenas de hielo a vacilar para la playa, a las islas cercanas en botes o a viajar a distintos destinos. Y hay quienes, como yo, simplemente descansarán junto a su familia. Me consta, sin embargo, que todos sacarán su ratito diario para reflexionar y buscar de Dios. Cada uno a su estilo, pero de forma genuina y honesta.

Para las familias de mucho ajetreo, la Semana Santa es, sin dudas, una oportunidad única para invertir tiempo de calidad. Conversar sobre la mesa, atender las preocupaciones, planificar metas futuras y darse mucho cariño. En casa vamos a pasarla relax, en familia. Los juegos de mesa y el dominó tendrán un rol protagónico, así como otras actividades que los niños han planificado, llenando el calendario de tepe a tepe.

Eso sí, nos toca a los adultos asegurar que no falte en esa lista el tiempo de comunión con Dios. Han sido días muy complejos y ajetreados para nuestra familia. Por más esfuerzos que se hacen para evitarlo, el tiempo de compañía se compromete significativamente. Podrán imaginar lo felices que estamos en casa con este compartir en familia.

A todos ustedes, mis fieles lectores, mis cariños y bendiciones. Que pasen un tiempo bonito de descanso y reflexión.

Ahhh, por poco olvido que le puse de título a esta columna un extracto de una famosa poesía puertorriqueña. La verdad que lo hice solo para que pensaran que venía con algún vacilón y se vieran animados a leer esta columna de Semana Santa. ¡Muchas bendiciones!