¡No hay cama pa’ tanta gente!

Mi hermano Julio César Sanabria me llamó la noche del sábado para decirme que estaba pensando en un “vente tú” y llevarme la primera parranda de las navidades. ¡Muerto quieres misa! Sin pensarlo dos veces le dije: “¿a que no lo haces?”.

De inmediato comencé a prepararme para la visita, por si acaso llegaba. Fue un gran reto pues tenía la última función de Broche de Oro, que aprovecho para agradecer a las miles de personas que se dieron cita en Santurce, Caguas, Ponce y Mayagüez, así como al extraordinario elenco que lo dio todo para presentar un proyecto de gran calidad. Así que, terminada la obra, se fueron conmigo a esperar la parranda de Julio.

No tenía mucho tiempo, así que para irme a la segura mandé a preparar un súper sopón y puse varias cajitas de cervezas a enfriar y a cruzar los dedos de que fuera suficiente. Además del elenco y el personal técnico de Broche, invité a los vecinos y a algunos amigos que me encontré en el público, como Luisito Vigoreaux. Ya la casa estaba llena y no había llegado la parranda. Entrada las 9 de la noche gritaron asalto en el balcón. No era ningún “vente tú” si no tremenda trulla navideña. Al frente Billy Van con su “chequere” caminando como caballo de paso fino, los Bravitos de la Plena y los Pleneros de Severo atrás repicando como sólo ellos saben. En el grupo Juan José de San Juan Habana, Herminio De Jesús, Pedrito Guzmán y seguían entrando a la sala, lo mejor de nuestra música. Como siempre uno que otro cola’o que son ya parte fundamental de una parranda, sin los cola’os no hay parranda. La fila parecía interminable y en mi cabeza la preocupación de si el sopón y las cervezas darían para todo el mundo y si la sala de mi casa tendría espacio suficiente. A la mente me vino de inmediato el coro de la canción del Gran Combo, “No hay cama pa’ tanta gente”. La música comenzó, exquisita como siempre. 

Desde las magistrales improvisaciones de Julio César, pasando por las tradicionales canciones de parranda hasta la cucaracha de Billy Van. A las cervezas se le añadió pitorro de todos los sabores que los parranderos trajeron y que fue degustado por los presentes mientras desaparecía el sopón que mandé a preparar al Metropol y toda la picadera que encontraron en la nevera.

Una noche de alegría, tradiciones y fraternidad. Sin duda, la mejor forma de comenzar las navidades; con la familia, entre amigos y disfrutando de nuestras tradiciones. El parrandón estaba buenísimo, pero había clases y trabajo al otro día, así que había que dar la señal de cierre. ¡Momento difícil! Igual me ayudó la canción del Gran Combo, ahora la parte que dice “Pa’ fuera, pa’ la calle”. Julio César, como parrandero profesional, cogió la señal y al son de “Vámonos” se despidió la parranda, no sin antes dejar mi hogar lleno de alegría y espíritu navideño. También de un reguerito navideño que dejé para recoger en la mañana. ¡Que vivan las parrandas! ¡Que vivan nuestras tradiciones!