Además de comer saludable y hacer ejercicios, es importante realizarnos las pruebas de rutina que permitan el diagnóstico temprano de enfermedades. Una que siempre me realizo y esta semana me toca es la mamografía. En esta no podemos fallar.

El cáncer de seno es la principal causa de muerte en las mujeres y un diagnóstico temprano es la mejor medicina. Debemos agradecer a organizaciones como Susan G. Komen por su insistencia en educar sobre la importancia de la prevención en la lucha contra el cáncer de seno. Son varias las amigas a quienes la mamografía rutinaria les salvó la vida.

No puede haber dudas ni contemplaciones: esta prueba tenemos que incluirla en nuestro calendario y no posponer la fecha bajo ninguna circunstancia. Es una prueba relativamente sencilla, dura un poco menos de 30 minutos y la molestia es mínima, si alguna.

Yo trato de aprovechar la semana para incluir otras pruebas y cernimientos que me brinden tranquilidad. El ajetreo diario en ocasiones nos deja sin tiempo para lo más importante, nuestra salud. Para evitar este descuido, debemos crear el hábito de hacernos todas las pruebas necesarias en un periodo determinado del año. No puede ser cuando nos acordemos, debe ser cuando nos toca. La falta de tiempo no puede ser excusa, hay que cancelar lo que sea y encontrar el tiempo que sea necesario para cumplir con nosotras mismas.

Hace dos semanas le tocó a mi esposo la colonoscopia y la endoscopía. Yo lo llevé y le serví de chofer. Debo admitir que aproveché la parte final, el rabito de la anestesia, para hacerle algunas preguntitas sensitivas, pero lo importante fue que lo llevé. Ahora a él le toca ayudarme con las mías.

Esta gestión debe ser, sin dudas, una de familia y tener la más alta prioridad.

Bueno, ya les contaré cómo me va con la mamografía. Siempre esperanzada en que todo salga bien, pero lista para atender de inmediato cualquier imprevisto que así lo requiera. Las invito a chequearse y darse cariño ustedes mismas, haciéndose la mamografía. ¡Que no pase un día más!