Se hizo viral durante el fin de semana, las imagen de personas compartiendo en las afueras de los negocios de la Placita de Santurce, aglomeradas y muchos sin hacer uso de la mascarilla. Coincide la publicación de este vídeo con el señalamiento por parte del Departameto de Salud sobre un repunte en los casos positivos, las hospitalizaciones y muertes por COVID-19 en la Isla, lo que llevó a la gobernadora a aprobar restricciones adicionales para enfrentar la situación. No había alternativas, era una acción necesaria para el bien de todos.

Uno pensaría que en la medida que pasa el tiempo, el uso de la mascarilla se convertiría en hábito. En algo que hacemos de manera automática, similar al uso de desodorante o lavarnos la boca. Lamentablemente, todavía algunas personas insisten en asumir una conducta temeraria en detrimento de ellos y de todos. Un gesto tan sencillo como usar diariamente una mascarilla, puede hacer la diferencia. No es mucho pedir, pero existen personas que se resisten a utilizarla. Se les olvida cuando el confinamiento fue total y que esa alternativa sigue estando sobre la mesa, aunque las autoridades intentan lograr un balance que permita correr la economía, mientras se combate la pandemia con distintas medidas de control. Sin embargo, si llegara el momento en que nuestro sistema de salud se saturara, viéndose imposibilitado de atender la crisis, no tendremos otra alternativa que regresar al punto inicial donde el cierre era total. Llegado ese momento, estoy segura de que los protagonistas del vídeo de la Placita serán los primeros en protestar y alzar la voz.

Tienen ahora la oportunidad de aportar a detener la epidemia y no lo hacen, pero son los que más alto gritan cuando las circunstancias obligan a medidas extremas de control.

La lucha contra el coronavirus será un maratón, no una carrera corta. Debemos asimilar que nuestra vida cambió para siempre. Incluso cuando hagan disponible la vacuna y el tratamiento, las reglas de distanciamiento social y uso de mascarilla deberán continuar. Sobre todo, entre los más jóvenes, el virus va en escalada. A este punto, todos tenemos algún familiar o conocido cercano que se ha contagiado con COVID-19, nadie está exento.

Las noticias sobre profesiones de la salud, que luchan en el frente de batalla por todos nosotros, contagiándose y perdiendo la vida, duele en el corazón. Por eso llena de coraje el ver a personas fallando en lo básico, en lo que cuesta tan poco como el uso de la mascarilla. Debo reconocer como buenas iniciativas las campañas de promoción de salud, donde distintas personalidades públicas se han unido para promover el uso de la mascarilla. También las pruebas gratuitas que están realizando distintos municipios y organizaciones. En términos generales la mayoría del país ha creado conciencia y está poniendo de su parte. Quienes todavía están picando fuera del hoyo, es tiempo de que recapaciten y dejen de estar poniendo en riesgo su vida y la de otros.

“Tienen ahora la oportunidad de aportar a detener la epidemia y no lo hacen, pero son los que más alto gritan cuando las circunstancias obligan a medidas extremas de control”