Nunca me encantaron los niños. (Eso no sonó bien). Refraseo: Los niños son lindos, pero nunca pensé que fueran para mí. No estaba en mis planes tener uno. De hecho, entre un bebé que viera en la calle y un perrito, siempre el segundo me inspiraría más ternura.

No me malentiendan, no es que odiara a los niños, es que hasta entonces no había conocido ese sentimiento, esa clase de amor que se siente porque sí, que nace de la nada, que no tiene explicación porque no se trata de alguien a quien cargas por nueve meses en tu vientre. Ni es alguien que llegó a tu vida como resultado del amor que se tienen o tuvieron tu pareja y tú. No es alguien a quien tú esperabas, punto.

Es amor de inmediato y sin medida el que les tenemos a los sobrinos.

Recuerdo cuando me dieron la noticia. Traté de tomarlo con mi habitual cinismo y mantenerme inexpresiva, pero la noticia me pateó. Sin saber por qué se me salieron las lágrimas y mi corazón latía con una fuerza inusual. Comenzaba a asomarse en mí un sentimiento antes no experimentado, y eso de amar alguien sin explicación, me inquietaba.

Entonces, empecé a hacer lo mejor que sé: comprar y embelequear, pero esta vez no era para mí, era para el nene de tití.

El primer regalo que le hice, sin este haber nacido, fue una jirafa de peluche y una frisa en combinación. Desde entonces, cada vez que salía de compras, lo tenía en mente a él. En ocasiones dejé de comprarme algo para comprar algo para él, y eso no me había pasado ni con un jevo.

Sebastián Yahir llegó al mundo el 8 de enero de 2014. Sí, me estoy estrenando como tía y me encanta, pues nada en este mundo se compara con la sensación que provoca en nosotras la inocente mirada de ese pequeño que está empezando a conocerte, su primera carcajada contigo ante el juego más tonto y ese primer apretón de su pequeñísima mano con tu dedo índice.

Ahora entiendo a mis amigas cuando me decían que sus sobrinos les habían cambiado la vida, y yo, riendo por dentro mientras las tildaba de charras cuando ellas contaban cada detalle de sus anécdotas con ellos.

Pues, ahora la "charra" soy yo, que como lo hicieron mis amigas conmigo, quiero compartir con todas ustedes la maravillosa experiencia de ser tití. Las invito también a que compartan sus experiencias conmigo.