
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
PUBLICIDAD
Les confieso que en estos días soy como una niña a la que hay que celebrarle los progresos.
Hace unas semanas les contaba con tristeza que Sebastián no me reconocía, y que cuando en casa de mis papás se le decía “tití”, para él no había más nadie que no fuera mi hermana.
Pues las cosas han cambiado. Después del día que pasé con él para el cumpleaños de mi hermana, finalmente para él soy “tití”, y lo mejor es que no fue cosa de ese día nada más.
Esa misma semana llamé a mi mamá y ella puso su teléfono celular en altavoz para que yo pudiera hablarle. Al escucharme, de inmediato de su boca brotó un “tití”. Eso no quedó ahí. Cuando mi mamá le preguntó “quién es esa”, sin la menor ayuda respondió “enda” (Brenda).
Fue una emoción tan grande oírlo decir mi nombre que entendí lo que algunas de mis amigas y compañeras me habían dicho: “tienes que compartir más con él. Cuando no puedas verlo, pídele a sus papás que te llamen por Facetime o por Tango”. Gracias por los consejos, pues aunque soy experta en una relación a larga distancia, entendí que con los niños es diferente y que los lazos afectivos no se construyen a ciegas. Ahora, pues, soy una de esas tías, como algunas de mis amigas, que cambian los planes por ver a sus sobrinos o que simplemente bloquean un fin de semana para dedicárselo a ellos. Sorry my friends, pero me perdieron.
Esos esfuerzos están dando resultados.
El fin de semana pasado, subí a Barranquitas a verlo. Allí estaba él tan bello, y en cuanto me vio me dio un beso y me dijo “tití”.
Así jugamos todo el día. Él se escondía en el closet, me llamaba, y cuando le preguntaba “¿dónde está el nene?”, él salía y me decía con entusiasmo “aquí toy, aquí toy”.
También le mostré fotos mías con él y le preguntaba “¿quién es él?”, respondía “el niño”. “¿Quién es ella?”, cuestionaba yo. Claro y sonoro, respondía un “tití”.
Sí, lo sé. Creo que cómo tía soy intensa. Pero qué remedio. Estoy derretida por esa sonrisa. Estoy fascinada con lo listo que es y estoy feliz de que al fin para él soy alguien tan especial que merece un “tanti” y un beso de despedida.
¿Qué les puedo decir? Soy una tía bien lucía.