Hace solo un par de días, llegó a mi atención un movimiento que busca que se denomine con nombres de mujeres ilustres puertorriqueñas algunas calles y avenidas en el país. La idea está explicada en el sitio de Internet callesconnombredemujer.org. El mismo te lleva a un enlace para firmar una petición, la que firmé, por supuesto. Se busca la firma de suficientes personas para llevar adelante y formalmente una petición para cambiar los nombres de algunas calles por el de alguna de tantas extraordinarias mujeres puertorriqueñas.

La idea me parece genial, pues el trabajo pionero, que contra las barreras impuestas por la sociedad dominada por hombres, realizaron mujeres en nuestra historia, nunca ha sido bien enseñado, ni reseñado. No se ha resaltado su aportación al país y a la sociedad, aun cuando fuera más relevante que el de un hombre, sencillamente porque eran mujeres. Coincido con los creadores de esta campaña, necesitamos calles con nombre de mujer y hay que exigirlo.

El movimiento busca que algunas de las más de 10 calles o avenidas que llevan el nombre de Juan Ponce de León, se cambien por el de una mujer. Igual con alguna de las decenas de vías Luis Muñoz Rivera o Manuel Fernández Juncos. Inicialmente la propuesta incluye los nombres de Nilita Vientós Gastón, primera mujer abogada en el Departamento de Justicia de Puerto Rico. Eneid Routte Gómez, periodista puertorriqueña, combatiente del racismo y la inequidad a través de su pluma. Celestina Cordero y Molina, creadora de la primera escuela para niñas y de hecho hermana del reconocido maestro Rafael Cordero, sin embargo el sí es ampliamente conocido. En el área cultural, están Ruth Fernández, primera mujer en cantar en el Metropolitan Opera House y Sylvia del Villard Moreno, actriz, bailarina, coreógrafa y activista defensora de la cultura afropuertorriqueña.

Todas merecen que su nombre sea exaltado, pero además que se divulgue su legado, que se resalte en la enseñanza de nuestra historia y que se les reconozca el lugar que ganaron por sus ejecutorias. Hay que hacer un esfuerzo masivo de educación para que las aportaciones de nuestras mujeres tengan su merecido lugar en la sociedad. Es incalculable el efecto positivo que va a tener en nuestras niñas y jóvenes que se puedan ver representadas en todas las áreas del quehacer público y privado.

Muchas otras mujeres cuyo trabajo ha pasado casi desapercibido, merecen reconocimiento nacional. Sugiero algunas como Herminia Tormes García. Ella fue la primera abogada puertorriqueña, en 1917 y la primera mujer en postular ante el Tribunal del Primer Circuito de Apelaciones en Boston en 1924. En ese año, las mujeres todavía no podían ni votar en Puerto Rico. Luego fue la primera jueza y todo esto siendo negra, hija de una esclava liberada.

Luisa Capetillo, líder sindical a principios del siglo XX, periodista, escritora, feminista, propulsora del derecho al voto para las mujeres, entre otras cosas. Literalmente se atrevió a ponerse pantalones en público y por ello fue arrestada. Murió muy joven, de lo contrario su gesta enorme habría sido aun mayor.

“Figuras escondidas”, les llama una película de cine, buenísima por cierto, sobre el trabajo de mujeres negras en el programa espacial Apolo de la NASA. Aportación sin la cual no habrían podido llegar a la luna. Pues estas son algunas de las figuras escondidas en nuestra historia puertorriqueña. Hay muchas más que merecen no sólo que una avenida lleve su nombre. Merecen reconocimiento, que todos y todas sepan quienes fueron y lo que hicieron por el país.