En estos días la atención de Puerto Rico se concentró en el traslado de la elefanta Mundi al Santuario Elephant Refuge North America, en el estado de Georgia. Durante varios días observamos cómo aprendía a entrar a la jaula y, cuando llegó el momento, supimos del delicado proceso de traslado que durante toda la jornada nos mantuvo en vilo.

Pocas veces podemos decir en este país que una década de controversias ha tenido un final feliz.

Pero en este caso lo podemos proclamar, porque el cierre de las operaciones del zoológico, y el traslado de las especies, nos garantiza un cuidado especializado y adecuado para los animales que por tantos años vivieron en el Zoológico de Mayagüez Dr. Juan A. Rivero.

Sé que para muchas personas es, por el contrario, un momento muy triste. Muchas personas exhibieron gran tristeza, llanto, insatisfacción y coraje al ver partir a Mundi hacia su nuevo hogar. Comprendo la decepción. Pero aun así debo reiterar que la historia tiene un final feliz, porque a esos cientos de animales, muchos de los cuales están todavía allí, no les esperaba nada bueno, sino tal vez la muerte. Tal y como ocurrió con la osa Nina, hace algunas semanas.

En particular recordamos a Mundi, que era la cara más conocida del zoológico, pero hubo allí hasta 300 especies que en los últimos años no recibieron el cuidado que necesitaban.

Una investigación federal reveló serias deficiencias y violaciones a los estatutos que regulan este tipo de instalación. Falta de personal especializado, animales bajo peso, espacios demasiado pequeños, falta de ventilación… También documentaron la existencia de medicamentos expirados y alimentos viejos como algunos de los problemas señalados por el gobierno federal.

La crisis económica que atraviesa la isla colocó al zoológico en el último lugar de la lista de prioridades, con un presupuesto operacional diez veces menor que el necesario. La decisión del cierre se tardó demasiado. No solo por la imposibilidad de sostener la instalación y los animales en buenas condiciones, pero porque los zoológicos son entidades anacrónicas que ya no deben existir en Puerto Rico ni en ningún lugar del mundo. La ciencia ya sabe suficiente sobre el daño y el sufrimiento que pasan los animales fuera de su hábitat y lejos de su especie.

Ya había compartido con ustedes mi parecer sobre este tipo de entretenimiento, a costa del sufrimiento de los animales. Hoy, viendo los vídeos del nuevo hogar de Mundi, tengo que reiterar que mi opinión de que la decisión del cierre de la instalación como zoológico y el traslado de los animales fue lo mejor.

La página de internet del santuario, llamada Elephant Aid International, tiene una cámara transmitiendo constantementeimágenes desde el área de los elefantes. Una zona natural abierta y muy amplia donde ya pudimos ver incluso la interacción de Mundi con otros elefantes.

Irónicamente, estando tan lejos -y con un océano de por medio-, ahora los puertorriqueños podemos ver a Mundi todos los días, algo que no pudimos hacer aquí durante 10 años.

Además, podremos observar su adaptación a su nuevo espacio. Un santuario, distinto al zoológico, no mantiene los animales para el entretenimiento de los seres humanos. Los animales están allí para rehabilitarse y permanecen allí, pues usualmente ya no podrían sobrevivir en su hábitat. Mantener esa instalación también es costoso. De hecho, tienen una campaña de donaciones para el sostenimiento de Mundi y otros elefantes. De esa forma, los boricuas podemos participar de sus cuidados.

Espero que ya que tantas personas aquí resistían el cambio, ahora ayuden también a mantener a Mundi para que tenga una feliz y larga vida de la que gracias a la tecnología podremos disfrutar desde acá.