Cuando era pequeña, el Día del Planeta se celebraba en las escuelas. Como mucho, hacíamos un dibujito del planeta Tierra y en el mejor de los casos se sembraba un árbol (ese no era mi caso).

La fecha no tenía mayor trascendencia. No había una conciencia general -en ese momento- de la urgencia de proteger los recursos naturales, mucho menos había intención de enmendar las prácticas que le hacen daño a la calidad del aire, del agua y que ponen en riesgo nuestra propia supervivencia.

La protección del medioambiente no era un tema que se discutía públicamente, ni los medios de comunicación divulgaban mucha información al respecto. Mi mejor recuerdo es… que no tengo recuerdos de que esto fuera prioridad.

En el 1970, a iniciativa de un senador de Wisconsin, se instituyó el 22 de abril como el Día del Planeta Tierra, pero fue por años una voz solitaria en defensa del medioambiente. Digamos entonces que hasta cierto punto podríamos excusar las actuaciones pasadas, la inacción contra las prácticas contaminantes y la construcción en áreas que debieron ser protegidas.

Pero, ¿qué excusa tenemos hoy? La información sobre el Cambio Climático y el efecto del calentamiento global está disponible. Con frecuencia se realizan cumbres mundiales. En la ONU se suscribió el Acuerdo de París donde casi 200 países, incluyendo Estados Unidos, se comprometieron a combatir el calentamiento global, con métricas corroborables.

En Puerto Rico no nos hacen falta acuerdos ni cumbres, tenemos la experiencia. La devastación del huracán María, la erosión costera que se ha tragado con la fuerza del mar, franjas de tierra en zonas como Rincón y Ocean Park en San Juan, por mencionar algunas. La sedimentación de nuestros cuerpos de agua, las inundaciones y la contaminación del suelo y el aire, en lugares como Guayama y Peñuelas. ¿Acaso necesitamos más motivos para tomar acción?

Resulta imperdonable que las comunidades tengan que suplicar, insistir por años, recurrir a los medios de comunicación y llegar hasta la desobediencia civil, para que el gobierno haga su trabajo, que es hacer cumplir las leyes. Si es un crimen ambiental destruir manglares para construir casas de veraneo, criminal es también el funcionario que se hace de la vista larga e ignora la violación.

Es imperdonable que por 30 años la política pública de la Autoridad de Desperdicios Sólidos sea alcanzar un 35% de reciclaje y todavía no llegamos ni a un 10%. En décadas no se ha visto un esfuerzo real del gobierno para reducir mediante el reciclaje la basura que producimos. Y le dejo este ejercicio: cada uno de nosotros produce alrededor de 5 libras diarias de basura… multiplique eso por 365 días del año. Ponga ese dato ahora en el contexto del 100x35 que tenemos disponible y que los vertederos están llegando al final de su vida útil. La realidad asusta.

Por eso quisiera que te preguntes tú también, ¿qué estás haciendo para proteger el medioambiente? No creo que a nivel personal y familiar hay que hacer grandes inversiones para colaborar. Si puedes adquirir un carro eléctrico y poner placas solares en su casa, sería genial. Pero si eso no es posible para ti ahora, pequeñas modificaciones en nuestra rutina diaria, harían una diferencia enorme.

Reciclar es la primera y si en tu municipio no hay un programa de reciclaje, exígelo a tu alcalde. Y no le des tu voto al que no cumpla con esa promesa. Reduce en particular el material desechable y reutiliza todo lo que puedas, por ejemplo, botellas, vasos, platos.

La protección de nuestros recursos naturales debe ser una absoluta prioridad personal y gubernamental. La generación que se levanta está muy clara en el daño que hacemos y no nos va a perdonar.