Ayer, primero de mayo, una disminuida manifestación se llevó a cabo en las calles de San Juan. La convocatoria hecha por varios gremios, en el Día Internacional de los Trabajadores, buscaba llevar un mensaje al gobierno, para que atienda sus necesidades, en aspectos de absoluta prioridad, como son la salud y la educación, incluso la universitaria. También regresaron a las calles a exigir el retiro, que estuvieron negociando a principios de este año.

Aquellas protestas de miles de maestros, policías, bomberos y otros servidores públicos se han ido apagando. Y ayer, el llamado que hicieron sindicatos como la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (UTIER), la Unión General de Trabajadores, los gremios de la Universidad de Puerto Rico y del Departamento de Educación, entre otros, se quedó corto, en comparación con las manifestaciones de los últimos años.

En años recientes, estas protestas se desarrollaron en medio de la peor crisis económica en muchas décadas. Hubo cierres de empresas, impuestos cada vez más altos y despidos hasta en el gobierno; la quiebra de las estructuras gubernamentales y la imposición de una Junta de Control Fiscal. Eran situaciones impensables hasta hace unos diez años, que llevaron a miles de trabajadores a manifestarse en las calles, incluso en algunas ocasiones hubo incidentes de violencia.

Pero este 2022, la manifestación del primero de mayo, tuvo un sabor distinto. La crisis económica está escondida debajo de una inyección sin precedentes de dinero federal, que llegó por la reconstrucción de la Isla, después del huracán María; también las ayudas por los terremotos y lo último, las ayudas por la pandemia. Los puertorriqueños, al igual que ocurrió en todo el planeta, se vieron forzados a trabajar de manera distinta, a aprender a usar la tecnología y a generar ingresos sin salir de la casa.

¿Cuántos habrán descubierto que no necesitan de un patrono para sobrevivir? ¿Cuántos habrán descubierto habilidades que no sabían que tenían, o despertado destrezas que creían dormidas para siempre?

Pues no tengo una respuesta precisa, pero conozco cada día personas que decidieron no regresar al trabajo que tenían antes de la pandemia, pues cobraban poco y el dinero les rendía cada vez menos. Para colmo, después de la reforma laboral, ni buenos beneficios tenían como incentivo. Por eso vemos los negocios en toda la isla, operando ahora con un mínimo de personal, con horarios reducidos por falta de empleados y letreros que anuncian que “se buscan empleados”.

Ni el aumento al salario mínimo ha sido suficiente para atraer a los trabajadores de vuelta a las empresas. De todas formas, la inflación se tragó el beneficio del aumento en el salario mínimo, desde antes que llegara, así que ese incentivo, no ha servido para nada.

Lo raro es que el Departamento del Trabajo dice que la tasa de desempleo está más baja que nunca, 6.8% para el mes de marzo. Y que la tasa de participación laboral ha aumentado. También, el Departamento de Hacienda reporta más ingresos y nuevos contribuyentes. Probablemente, muchos son personas que se han convertido en cuentapropistas, o que lo eran y que ahora se han insertado en la economía formal, por aquello de no perder los nuevos incentivos disponibles.

Todo indica que los puertorriqueños están trabajando más, lo que no quieren es volver a los mercados tradicionales de empleo.

Por eso, este pasado primero de mayo, miles de puertorriqueños, no salieron a manifestarse contra un patrono opresor, que no respeta sus derechos ni reconoce los beneficios que le corresponden. Esos puertorriqueños, probablemente, no volverán a trabajar para un patrono, empresa, negocio ni para el gobierno. Esos puertorriqueños encontraron otra libertad y con menos empleados cada vez, probablemente, serán ahora las empresas las que se tendrán que reinventar.