Esta semana los puertorriqueños celebramos el día de dar gracias, el famoso “Thanksgiving Day” en el idioma de Shakespeare. Una tradición que no nació en nuestro terruño, pero que hemos adoptado con mucho gusto. También la hemos criollizado, porque el menú que acompaña la festividad tiene importantes variaciones para el gusto boricua.

Y, para todos los efectos prácticos, aquí empieza la temporada de Navidad. Las navidades más largas del mundo, que inician esta semana, hasta que pasen las fiestas de la calle San Sebastián, que es justo después de las octavitas.

Ya vi la carpa con los árboles de Navidad naturales. Por cierto, el primer furgón se vendió en dos o tres días. Quienes tienen sus arbolitos artificiales ya están decorando. En fin, parece que hay muchos deseos de celebrar.

A mí me parece muy lindo que las celebraciones comienzan dando gracias. El agradecimiento es un sentimiento muy hermoso que debemos cultivar, no de manera mecánica, sino como un ejercicio consciente. Aunque algunas personas tal vez piensan lo contrario, la realidad es que nadie es totalmente autosuficiente. Nuestra vida en sociedad requiere de la interacción, de la ayuda mutua, la colaboración, y para eso hacen falta los demás. Pues a los demás debemos agradecer.

Aunque nuestro país ha pasado por tantas tragedias en los últimos años, siempre hay razones para dar gracias. Primeramente, debemos dar gracias a Dios que nos sostiene de pie, a pesar de las dificultades. También debemos dar gracias en particular a aquellas personas que salen de su comodidad, para aliviar el dolor de los demás.

Este año vivimos otro huracán, que dejó inundaciones devastadoras, pero una vez más la solidaridad de los puertorriqueños se hizo sentir. Los grupos de rescate que arriesgan sus vidas para ayudar a otros se merecen nuestro agradecimiento. Y eso no se detiene cuando pasa la emergencia, porque vemos constantemente incidentes en los que es necesaria su intervención. Para ellos, gracias.

También a los grupos comunitarios que mueven cielo y tierra para llevar ayuda a quienes lo han perdido todo. La movilización es inmediata y es de admirar cómo se organizan para identificar la necesidad, recoger lo necesario, entregarlo y llevar consuelo. Para esos grupos que no esperan a ser llamados, sino que acuden al auxilio de los demás, gracias.

La crisis sin precedentes que vive nuestro sistema de salud es otro asunto que pone en riesgo a diario la vida de las personas. El gobierno dice que busca soluciones, pero eso no parece estar caminando con la premura necesaria. Mientras tanto, los boricuas esperan meses por una cita médica. Cuántos habrán escuchado una mala noticia, recordando la frase sacramental, “un diagnóstico a tiempo salva vidas”. Bueno pues necesitamos una cita a tiempo para conocer el diagnóstico. Por eso doy gracias a los médicos que han decidido quedarse en la isla a pesar de las circunstancias. A las enfermeras, técnicos de salud y todo el personal relacionado a los servicios médicos que sobrecargados de trabajo y mal remunerados, atienden a nuestros enfermos.

Hay muchas otras cosas por las que dar gracias hoy. Sin embargo, no quiero terminar sin ofrecer mi agradecimiento personal precisamente por la atención recibida de los médicos y enfermeras, por un percance de salud reciente con un miembro de mi familia.

Gracias a Dios por mantenernos en salud. Porque podemos seguir siendo productivos y cuidar de los nuestros. Gracias a los viejos amigos que siempre están a mi lado. A los nuevos amigos, que durante el último año se han multiplicado. Gracias porque puedo hacer lo que amo, en un entorno de trabajo saludable y rodeada de profesionales comprometidos con hacer una diferencia en el país.

Gracias por las personas que combaten el discrimen y trabajan por la equidad en nuestra sociedad. Y como dijo mi querida amiga Keylla Hernández, nunca olvidemos vivir y agradecer.