¿Qué será de sus hijas? Esa es la pregunta que retumba en mis pensamientos después de conocer el espanto que presenciaron las hijas de la enfermera Annette Virginia Ayala García. La mujer es la víctima número 15 de violencia de género este año. El esposo que le quitó la vida dijo estar arrepentido y que ama a sus hijas. Pero, a pesar de ese amor, las niñas son ahora tan víctimas como su madre, solo que sobrevivieron a esa tragedia para tener que cargar toda la vida con el trauma de haber presenciado el asesinato de su madre.

Esa marca la llevarán las hijas por siempre y por partida doble, porque perdieron a su mamá y también a su padre que, aunque está con vida, se supone que pase muchos años en prisión. Así que el saldo para ellas es igual que haber quedado huérfanas. Para colmo, tienen que vivir con el recuerdo imposible de borrar. En este caso las niñas de 11 y 14 años de edad estaban durmiendo con su madre cuando el padre le disparó. Él mismo llamó a la policía y se entregó. No sé cuánto tiempo pasó entre la llamada a las autoridades y que algún ser humano haya llegado a ese hogar en Bayamón para intervenir de forma segura. Pero puedo imaginar que, si fueron minutos o si fueron horas, sería una eternidad para las menores, atrapadas allí con el cadáver de su madre y el asesino, que estaba armado todavía y sabrá Dios en qué condiciones.

Ahora, ¿qué les espera a estas niñas? En este momento es el Departamento de la Familia el que le brinda la primera ayuda. Ojalá tengan algún familiar, una abuelita, una tía, que se pueda hacer cargo de ellas con amor y comprensión. Si no, irán a dar tumbos al frío sistema público ya sobrecargado. Eso sí, a donde quiera que vayan les acompañará el recuerdo. Necesitarán acompañamiento profesional, psicólogos y psiquiatras que les ayuden a superar, primero la pérdida, luego el trauma del recuerdo que les perseguirá por siempre. ¿Alguien estará pendiente de su salud mental y emocional? ¿Alguien les dará el abrazo, el beso, el consuelo que necesitarán por mucho tiempo? O solo se encargarán de darles techo, alimentos y escuela. Quisiera pensar que serán atendidas en todos los aspectos para que lleguen a la adultez por lo menos recuperadas. Pero tengo que decir tristemente que lo dudo.

No sé cuáles han sido las consideraciones que ha tomado el famoso comité PARE, encargado de diseñar estrategias para combatir la violencia de género, pero si no lo han hecho, deben incluir a las víctimas sobrevivientes. No queremos que maten ni una más, pero el comité debe enfocar también parte de su esfuerzo y estrategias en ayudar en particular a los hijos e hijas de las víctimas, y principalmente si son menores de edad, a sobrellevar todo lo que implica para sus vidas la pérdida de su madre en las peores circunstancias.

Justo escribiendo para ustedes estas palabras, otro caso de violencia doméstica se reportó en Lares, el número 16 este año, superando por dos el número de víctimas el año pasado. Pero las víctimas son muchas más que 16… son cientos los hijos, padres, hermanos a quienes se les ha privado de la presencia de esa persona importante en sus vidas. A ellos se les trastoca la vida entera y cuando pasa la parte mediática del caso se nos olvida que quedaron personas reconstruyendo sus vidas.