Ayer se celebró el año nuevo chino. Billones de ciudadanos de ese pais y los que viven en otras partes del planeta, conmemoraron de acuerdo a su tradición, el inicio del año que en este 2023 se identifica con el conejo. La designación del año del conejo en la cultura china, se refiere a uno de los símbolos del zodíaco chino y representa prosperidad, ingenio y destreza. Con esas virtudes se visualizan las personas en China en este nuevo año.

Aquí en Puerto Rico, no identificamos nuestra vida con animales, ni le damos al nuevo año, que ya tiene 23 días, algún carácter particular. Pero si fuéramos a hacerlo, yo diría que para nosotros este es el año del caimán. ¿Cuáles son las características que en Puerto Rico rodean a este anfibio que se ha robado titulares durante los pasados meses?

Pues es un animal agresivo, unas especies más que otras, pero de las más agresivas también hay en nuestros cuerpos de agua. Además es un animal sobre el cual los ciudadanos de a pie no sabemos nada o casi nada, por lo tanto, convivimos con ellos en total ignorancia y sin herramientas para combatirlo. Por último, el caimán es una especie invasora que alguien la trajo y se quedó con nuestros cuerpos de agua dulce.

Entonces, las características de este año del caimán para Puerto Rico serían: agresividad, ignorancia y desplazamiento. ¡Uy! No pinta bonito ese panorama. Pero veamos si, realmente, estamos en ese escenario…

La agresividad es nuestro pan de cada día. Los asesinatos son diarios, la violencia de género y la violencia intrafamiliar que nos golpea con demasiada frecuencia. Ya este año supera el 2022 en la cantidad de asesinatos, por más de una decena.

La otra característica que es evidente ante la presencia del caimán es la ignorancia. Esa la vivimos a diario y nos limita en todos los aspectos de la vida. Por ejemplo, el gobierno crea leyes, convenios y contratos en secreto y bajo un manto de confidencialidad aun cuando se trate de decisiones que le cambian la vida a la gente. En ignorancia es difícil combatir la injusticia.

Por último, el desplazamiento. El caimán que llegó a nuestro país importado de manera clandestina desde los años ‘70, pasó por mucho tiempo bastante desapercibido. Ahora se sabe que los caimanes son una plaga. Este año los vemos de gran tamaño por todas partes. En Puerto Rico no hay en nuestra noble fauna un depredador natural para los caimanes, así que no hay cómo detenerlos ni exterminarlos, por lo que tenemos que convivir con la especie invasora.

Resulta que eso mismo le ha ocurrido a varias comunidades, cuyos habitantes están siendo desplazados por inversionistas que han llegado a comprar todo lo que está a la venta y lo que no está, también. La intención al atraer a estos inversionistas, tal vez fue loable en su origen. Se quiso atraer a personas adineradas que invirtieran dinero aquí, que trajeran sus negocios, crearan empleos y actividad económica. El país había caído en su peor crisis económica y el inventario de propiedades abandonadas era impresionante. Así que, poco a poco, fueron llegando extranjeros para aprovecharse de las bajísimas contribuciones y los precios ridículamente bajos de las propiedades.

El problema es que con esas adquisiciones ha ido cambiando el nivel socioeconómico de las comunidades y las especies nativas, quedan desplazadas. Igual que pasa con el caimán, no hay aquí quien compita con ellos y el boricua de a pie que lleva en su casita, en su negocio, en su barrio, toda la vida, se tiene que ir y dejarle el espacio al caimán invasor que llegó para quedarse.

Por eso, si hiciéramos como en China, este 2023 debería ser el año del caimán.