No sé si tuvieron la oportunidad de chequear la más reciente publicación de Proyecto Puerto Rico que salió en Primera Hora y El Nuevo Día. En reconocimiento a las organizaciones sin fines de lucro, allí se destacó el trabajo y las iniciativas de 15 grupos o individuos que se lanzan a la calle todos los días, con algo más que las ganas de ayudar.

Ell@s llevan la convicción de un futuro brillante. Les gusta reinventarse, compartir sus conocimientos, inspirar y resolver situaciones que nos afectan a muchos. Por eso son reconocidos.

Para nuestra satisfacción, Proyecto Puerto Rico reseñó brevemente la labor de tres grupos ambientalistas en las primeras páginas del especial. Se trata de una razón de peso que nos lleva a creer que los asuntos ambientales comienzan a tomar mayor relevancia en Puerto Rico. Y no es que anteriormente no se haya hecho. Lo que me gustó esta vez es que estaban casi uno al lado del otro. Que con sólo pasar la página una vez te enterabas de personas que llevan la protección medioambiental como la espina dorsal de sus vidas.

Ana Elisa Pérez Quintero, por ejemplo, sobresale por su labor de cabildeo y lucha por el Corredor Ecológico del Noreste y a los 17 años fundó la entidad Grupos Ambientales Interdisciplinarios Unidos. Ahora, con 21 años, se prepara para “hacer una propuesta curricular al Departamento de Educación sobre ambiente e interacción con la comunidad”, dice la publicación.

De otra parte, Colibrí Sanfiorenzo y Elvia Méndez abrazan la educación sobre la ecología isleña y la imparten fuera de los salones de clases a través del capítulo Akka Seeds que fundaron en el 2007 y que proporciona conexión entre estudiantes, entorno y comunidad.

Para finalizar, Martín Bras intenta resguardar el valor ecológico de la bahía bioluminiscente mediante su organización MANTA (Movimiento en Apoyo a Nuestros Tesoros Ambientales) y su trabajo en el Fideicomiso de Conservación e Historia de Vieques.

Gloria Marti de Save a Sato y Germán Ramos y Juan Giutsi de Huerto Comunitario de Capetillo, también sbresalen en la edición.

El trabajo de estas personas y otras que, a lo mejor en menor grado, se preocupan por proteger nuestros entornos naturales son unos de los mejores regalos que como sociedad podemos recibir, no sólo durante las fiestas, sino todo el año. La invitación, entonces, será apoyarlos y nosotros mismos inspirarnos para hacer un poco más cada día. Si ellos pueden, nosotros también.

Así que, cuéntame, ¿te inspiran lo suficiente?

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