“La fe es lo último que se pierde”, decían nuestros abuelos. Mientras estemos vivos y tengamos conciencia, solo hay una actitud correcta, y es darle pa’lante contra viento y marea. Cuando sientas dudas, recuerda que la naturaleza es perfecta y pal’ frente es que se camina, mantente enfocado.

Hay que seguir soñando con un mejor mañana, es lo que nos corresponde, es nuestra naturaleza… por nuestros hijos, por nuestros niños, por nuestros viejos, por nuestros jóvenes, por los que nos rodean y por el bien común de nuestro país y del mundo. Eso es lo lógico y además de lo correcto, es lo más deseado por todos los seres humanos.

Nosotros aspiramos a la felicidad, aún con conceptos muy distintos y personales de lo que fuese la felicidad para cada cual. Pero, en general, perseguimos, deseamos, y nuestros espíritus anhelan una paz personal que sólo logramos siendo nosotros mismos y usando nuestro tiempo en hacer las cosas que más nos gustan y con la gente que más nos gusta, sin que nos molesten y sin mucho fantasmeo. Eso es la felicidad para mí y me atrevo a apostar que para muchos, también.

Así que por el recuerdo de lo que fuimos, por lo que somos y por el sueño de lo que podamos ser, por la esperanza, que es la única que nos promete un mejor mañana y un mejor futuro, por el llanto que nos ahoga pensando en los sacrificios que hicieron los nuestros para que hoy existamos, por ese sentimiento de incomprensión de la vida… sigamos luchando, viviendo, trabajando y haciendo camino.

Sigamos teniendo la fe de que los que amamos y ya no están con nosotros, nos acompañan 24/7 donde estemos, donde respiremos, donde existamos, donde estemos vivos, y ahí mismo existirán con nosotros eternamente como parte de esa fuerza tan irrompible que es el amor… Y ahí va estar una fuerza que nos acompañará y no nos dejará caer cuando estemos cansado.

Confía en que tus pasos dejarán una historia, pero una positiva aún viniendo de esa historia triste que solo tú conoces, esa historia tan tuya pero tan mía también, esos dolores “mezclaus” con alegrías que nos hacen gente… buena gente. Ese amor que nos exprime por dentro y nos hace más duros, más fuertes, más ¡vamos pa’ encima con to’ los hierros y sin pena, aunque me muera en la raya!

Confía y ten seguridad que tu vida tiene valor, que podemos alzar la frente y decir “soy alguien en el mundo”. Esa realidad y ese sentimiento tan duro es lo que nos hace familia y nos mantiene de pie.

Así que no temas a reír, a celebrar, a agradecer, a cantar, a bailar, a perdonar y perdonarte, a empezar de nuevo, a ejercitarte, a abrazar, a querer, a festejar, a subir el volumen de nuestra música, a darte gusto y gritar de alegría, a amar y vivir como nunca, como si no hubiese un mañana. A valorar la vida y ser feliz, sentir orgullo de que somos los vivos, los de corazón, los a fuego, los decentes, los duros, los pa’lante, los buena gente, los lindos, los de la melaza, los de la verdadera calle linda. Que vamos a hacer lo que tengamos que hacer para sobrellevar esta gran aventura loca que es la vida, con la frente en alto y con una sonrisa.

Es verdad que a veces la vida no la comprendemos, pero tampoco nos toca comprenderla, sólo nos toca vivir de la manera que sea para ser felices en este ratito tan incomprensible. Y aunque nos digan locos, vivamos con la fe de que lo que nos toca es ser unos locos felices, cueste lo que cueste, y al que no le guste, que bregue. ¡Más na’!

“Hay que seguir soñando con un mejor mañana, es lo que nos corresponde, es nuestra naturaleza… por nuestros niños, por nuestros viejos, por nuestros jóvenes y por el bien común de nuestro país y del mundo”