En este mes de la mujer he sido convocada a ser columnista invitada. Me puse muy contenta, ya que como mujer y al haber escrito un libreto de empoderamiento femenino, esta invitación me llegó como anillo al dedo.

Les cuento. Estuve en Puerto Rico el pasado fin de semana. Fue un viaje apresurado, pero increíblemente productivo. La razón del mismo fue comenzar a buscar locaciones para mi primer largometraje a dirigir. Para los que no conocen de este mundo de hacer películas, encontrar los lugares adecuados que ayuden a contar una historia es parte primordial de hacer un filme. Es un proceso largo, tedioso y muchas veces fascinante. Para mí, esta última descripción es la que mejor detalla mi experiencia en Puerto Rico en esta, mi más reciente visita.

Es cierto que nací en la Isla y viví aquí por 21 años. Me gradué del Colegio Espíritu Santo en Hato Rey, cursé universidad en la UPR, recinto de Río Piedras, mis padres son de Naguabo y allí pasaba la mayoría de los veranos de mi infancia. Ahora bien, poder visitar lugares que hacía tantos años que no veía y hasta lugares que nunca había visitado fue de ensueño. ¡Qué lindo es Puerto Rico! Todos lo sabemos, pero vuelvo y repito... ¡Qué lindo es Puerto Rico! No para de sorprenderme.

El tener la bendición de poder construir un proyecto que enaltezca y le dé valor a nuestro país a nivel local e internacional es una posición muy privilegiada. Y ojo, son muchos los cineastas locales que lo han hecho, lo reconozco y aplaudo. Poder ser incluida en este grupo me hace feliz. Así lo logré con mi cortometraje Satos y así quiero hacerlo con Diario, mujer y café.

Hablemos ahora acerca de la mujer. Creadas por Dios con la función más importante que existe, traer vida a este mundo. Claro está, tenemos muchísimas funciones más y de eso no hay duda. Hoy más que nunca se reconoce que las féminas nos destacamos en toda área laboral existente. Nos destacamos en deportes, ciencia, política, educación, servicios domésticos, servicios personales, como amas de casa, en fin, ¡en lo que nos dé la soberana gana! En TODO tenemos la capacidad de destacarnos.

Y más lindo todavía es nuestro destaque en la palabra amistad.

Que chulería es tener una mejor amiga o buenas amigas. De esas amistades que llamamos familia por elección. Esas uniones que nos levantan en momentos de quebranto. Amigas que te las cantan sin pelos en la lengua, que si está falta de filtro y te ofende, así de rápido te piden perdón. Porque el ego no existe en el entorno de una buena amiga. Porque la complicidad entre dos mujeres que conocen de este club, no aguanta o tolera una desconexión. Un mal entendido se resuelve antes de que el dolor sea tan intenso que no tenga reparo. Porque lo importante es construir vivencias sanas, de amor y respeto.

Una buena amiga, no importa cuantos años pasen nunca cambia. Sí, la vida nos hace evolucionar, pero una buena amistad se mantiene. A lo mejor las conversaciones sean distintas, puede que las creencias cambien, pero el denominador común entre las mentes de amigas que eran uña y carne, si realmente lo eran, sigue siendo eso mismo: Te amo sis... I Love you sis... Te quiero, hermana. Así lo he vivido yo, ¡qué afortunada soy! Máximo cuando en casa somos cuatro hijos y yo soy la menor y la única nena.

Imagínense poder escribir una historia de estas en formato de comedia, con actrices locales y paisajes paradisíacos, junto a talento que quiero y admiro. Oh my God, I can’t wait! Sé que mis chicas, al igual que mi Puerto Rico, no van a parar de sorprenderme.