PORQUE ERES NUESTRA y porque eres nuestro símbolo patrio más importante.

Preguntémonos, ¿qué hubiera pasado si en vez de pintar la bandera de Puerto Rico, se hubiera pintado la bandera de los Estados Unidos en mi restaurante? La invasión al Capitolio federal hace muy poco, evento que fue visto como una de las ofensas más grandes jamás vistas en la historia del congreso de Estados Unidos, sería un “nene de teta” al lado de lo que ocurriría en Miami, ante una nueva orden emitida para la ciudad para que el mural sea borrado.

Algunos piensan que defiendo la bandera de Puerto Rico por el mero hecho de que está plasmada en “La placita”, y quiero que vayan al restaurante y disfruten de la famosa alcapurria de Julián. Pero créanme, que me hace más feliz saber que además de ir y comer rico, la gente se retrata frente a la monoestrellada y publica su foto en las redes sociales con el mayor de los orgullos.

Señores, la defiendo porque -como boricua nacido en Argentina- aprendí a amarla y respetarla. Además, el mural, que fue realizado por el artista plástico puertorriqueño Héctor Collazo Hernández, es una obra de arte y como tal, también se debe respetar. ¿Acaso los franceses no cuidan la Torre Eiffel o los argentinos su obelisco o los españoles su Plaza de Cibeles? Entonces, ¿por qué no defenderla?

Si eres de los míos, sabes muy bien lo que se siente ver nuestra bandera en momentos históricos. ¿Acaso no te emocionas cuando la ves? ¿No lloraste de la emoción en alguna de las peleas de Tito? ¿No se te paran los pelos como a mí cuando alguna de nuestras reinas va y se luce en un certamen internacional? ¿No quieres abrazar y reventarle las costillas a Ricky Martin en sus conciertos cuando saca con orgullo la monoestrellada? ¿Te acuerdas cuando le ganamos al Dream Team? Seguro que te acuerdas del resultado o del gesto del baloncelista Carlos Arroyo, mostrando con orgullo su camiseta.

No sé tú, pero eso de llevar una calcomanía de la bandera boricua en el baúl del carro, que algunos consideran una cafrería, ¡a mí me tripea!

Entonces, ¿por qué no defenderla? Necesitaría todas las páginas de este periódico para enumerar los motivos por los que tenemos que luchar ante quien sea por la monoestrellada.

No sé qué pasará mañana con el mural de la bandera en “La placita” de Miami. No sé ni entiendo cuál es la agenda oculta detrás de todo esto. Lo que sí sé, y existen las evidencias, es que no querían en el área un restaurante puertorriqueño, porque eso traería al vecindario “gente con la piel color marrón”. Si esto no es racismo, ¿entonces qué es? Pero, aquí no vamos a abundar en ese tema...

Lo que quiero dejar bien claro es que llegué a mis 15 años a Puerto Rico y desde que salí por la puerta del aeropuerto y sentí ese olor a salitre, cuando vi la bandera en el puño de un jíbaro en esos muñequitos que antes ponían los taxistas en el dash del carro, cuando probé una carne guisada con arroz y habichuelas, me enamoré de la isla y su gente.

Ustedes son mi gente, son mi familia. Por lo tanto, sí, mi responsabilidad como boricua es defender nuestra bandera y así lo haré. ¿Tú no lo harías?