Entonces sucedió… y un día todo cobró su color.

Caminar era una acción necesaria para vivir. Ese primer paso, que tanto pensé para dar y que luego, aun en medio del bamboleo natural del momento, pude ejecutar con la fuerza indiscutible del compromiso conmigo mismo; ese paso que me llevó a sentirme diestro y listo. Y, fue así que logré sepultar todas las dudas, las ansiedades y los miedos, que en un momento dado quisieron apoderarse de mí. Les confieso que ese primer movimiento, aunque parezca simple, fue como cargar al mundo a mis espaldas. ¡Pero pude! Como puede lograrlo todo aquel que encuentre la fuerza donde verdaderamente está: en tener como lema que… ¡VIVA LA VIDA!

¡Viva la vida… Sí. ¡Viva la vida! Ese regalo de Dios que te descubre, te muestra lo que eres y lo que puedes llegar a ser; el que te desafía, que te provoca, que te tienta, que te pega, tan y tan fuerte, que te derriba. Pero que, con la misma fuerza, te sostiene, te enseña y te levanta, una y otra vez más.

En este momento del camino que me ha tocado recorrer entiendo que no se trata de ‘vivir por vivir’; que esa no es una opción permitida. Esto se trata del privilegio de vivir que nos fue brindado para regocijarnos absolutamente de todo, a través de los latidos del corazón y el sonido de la respiración; de ser conscientes de la gracia que nos brinda todo lo que compone la existencia, que por derecho propio nos pertenece; de ser agradecidos de TODO lo que nos ocurre y con todos los seres de luz que acompañan mi camino.

Muchas veces me dijeron “sé valiente”, pero nunca me enseñaron cómo serlo, pues en realidad, el arrojo ante la vida es como la huella digital: única e irrepetible. Entonces, durante el transcurso de mis experiencias entendí que ser valiente era, sencillamente, un examen personal donde escoger las contestaciones correctas era mi más importante tarea de vida.

Hoy puedo decir, sin temor a equivocarme que, al pasar la prueba, comencé realmente a vivr la vida, a través de aprendizajes y conclusiones muy mías; con esa sensación de pertenencia hacia mis responsabilidades, mis deberes y mis quereres, a los cuales me he ido aferrando y comienzo a respetar.

Por todo eso y por lo que falta…. ¡Viva la vida! Sí… ¡VIVA LA VIDA!

Viva, con todas sus tristezas y alegrías. Porque de eso se trata… de momentos, algunos plenos de sonrisas y otros llenos de lágrimas; de aceptar, entender y superar con todas nuestras fuerzas la tristeza, la frustración y el dolor que puedan traernos algunas experiencias. Porque de eso se trata… de disfrutar a plenitud, sin desperdicio alguno cada segundo de las incontables sensaciones de felicidad y satisfacción que nos brinda el estar vivos. Porque de eso se trata… de agradecer las innumerables oportunidades que la vida me ha dado para abrirles mi corazón, como lo es el honor de expresarme aquí.

Vivir fue lo primero y lo mejor que me ha acontecido. Doy gracias al Universo por este privilegio. Hoy, con la claridad de mente y espíritu que solo brinda un Dios vivo, así como el amor de la familia y un pueblo que nunca desiste, doy gracias y le grito al mundo… ¡VIVA LA VIDA!

¡Viva la vida, una y cien veces más!