Vivimos en una sociedad en la que si no se bebe puedes ser mal visto por los que sí lo hacen. 

Frases como “aquí no se vende agua” y “qué aburrido, ¿ni una cervecita te vas a dar?” se escuchan cuando una persona por diferentes razones de índole personal no ingiere bebidas alcohólicas. 

El beber alcohol no es el problema, el problema radica cuando se bebe de forma exagerada, convirtiéndose en una adicción con consecuencias en la salud y en la vida de la persona. 

Lamentables sucesos -como el acontecido la mañana del pasado sábado donde la hermana de Indy Flow fue atropellada por una conductora en estado de embriaguez- suceden más veces de las que creemos. En esta ocasión la víctima fue una joven embarazada de 19 años. En otras ocasiones personas quedan incapacitadas, en coma y niños quedan huérfanos a causa de conductores ebrios.

La mayor parte de las personas piensa que ser alcohólico es beber todos los días. Esto es solo una de los síntomas de alcoholismo. Una persona alcohólica presenta:

-Consumo de alcohol con frecuencia o en grandes cantidades en un tiempo más prolongado de lo previsto;

-esfuerzos y fracasos continuos por controlar el consumo;

-inversión de mucho tiempo en actividades para conseguir alcohol, consumirlo o recuperarse de sus efectos;

-el consumo recurrente lleva al individuo a no poder cumplir con sus responsabilidades o tareas del diario vivir;

-el uso de alcohol llega a provocar el abandono o la reducción de actividades sociales, recreativas o laborales;

-consumo de alcohol aún en actividades que podría ser riesgosas, como conducir o en uso de sustancias; y

-la persona cada vez necesita mayores cantidades de alcohol para conseguir el efecto deseado o la intoxicación.

El individuo que sufre problemas con el consumo de alcohol no solo vive una vida dirigida casi en su totalidad por la adición, sino que puede llegar a sufrir la pérdida de amigos, del trabajo y en muchas ocasiones de la familia. 

La familia, por otra parte, sufre a su vez por los cambios comportamentales de su ser querido, ya que se da un aumento en los niveles de hostilidad y agresividad. La persona alcohólica cada vez es menos tolerante y paciente ante los estímulos del exterior, reaccionado de manera inmediata y hostil. El núcleo familiar pasa por etapas donde llegan sentimientos de pena, culpabilidad, coraje y dejadez hacia la situación de su ser querido. Hay familias que niegan la existencia del problema ante la sociedad pero viven sumergidos en el miedo de que aparezcan conflictos, peleas o discusiones provocadas por la adición al alcohol.

Otros efectos en la familia de un alcohólico son:

-violencia doméstica;

-codependencia;

-vergüenza y baja autoestima en los niños;

-abandonó del hogar a temprana edad para huir de los problemas;

-inversión de roles; hijos actúan como adultos, tratan de evitar problemas, le dicen cuando para de beber, entre otras conductas atípicas a la niñez;

-miedos; y

-predisposición con ser alcohólicos o tener pareja que lo sea en jóvenes que han crecido en un hogar donde hay alcoholismo.

Debemos reconocer que el alcoholismo es una enfermedad, y como toda enfermedad necesita tratamiento y el apoyo de la familia y las amistades. 

Se debe tener claro que el primer paso es reconocer que se es alcohólico y que el alcoholismo afecta todo su entorno. En muchas ocasiones la persona enferma tarda mucho tiempo en reconocerlo o quizás nunca lo haga. Hay opciones para que la familia obtenga ayuda con el propósito de poder manejar sus sentimientos.

Una de las opciones exitosas en tratamiento del alcoholismo es Alcohólicos Anónimos (A.A.). Este programa ofrece a la persona tratamiento gratuito y de carácter confidencial, además de contar con grupos de apoyo para los familiares. El único requisito para poder formar parte de este es el deseo de dejar la bebida.

El alcoholismo es una enfermedad que mata no solo al que la padece, destruye a su familia y a otras familias víctimas de los actos de una persona en estado de embriaguez. No permitas que tu vida se arruine, ni arruines la de otros. Para contactarse con A.A. de manera confidencial puede llamar al (787) 704-1634 o visitar su página aa-pr.org.

Si desea coordinar una cita con la doctora Ingrid Marín Espiet en su oficina localizada en el área metropolitana, puede comunicarse al (787) 222-4999.

Para consultas sobre este tema puede hacerlo vía correo electrónico a imarinespiet@gmail.com.

Fuente: DSM5, 2014