Hemos acuñado una frase de hace mucho tiempo que dice: “Debemos trabajar para vivir y no vivir para trabajar”. Aunque entendemos esto como una aseveración muy sabia, no necesariamente lo ponemos en práctica. 

Pasamos largas horas en el trabajo y en muchas ocasiones no basta con la jornada laboral, continuamos conductual y/o cognitivamente (pensamientos) trabajando en nuestra casa, donde vamos a cenar, en las citas médicas, en fin, en cualquier lugar donde la tecnología no los permita.

Quisiera hablarles un poco de Mario (nombre ficticio) quien es llevado por su madre a recibir servicios psicológicos porque su comportamiento hacia ella es negativo la mayor parte del tiempo, le grita, le hace frente y en momentos, según reporta la señora, es como si la odiara. Al hablar con Mario él mismo indica que “mami no me hace caso, todo el tiempo está trabajando, pegada a su teléfono hablando o contestando emails. Cuando me acerco a ella me dice que le dé un momento en lo que resuelve algo importante de su trabajo, pero nunca llega el tiempo para escucharme”. Mario añora que su mamá sea igual a las de sus amigos, que trabajan, pero sacan tiempo para hablarles y compartir.

Cuando convertimos nuestro trabajo en algo que rige nuestras vidas se afecta grandemente la mayor parte de nuestras vidas (como le paso a la mama de Mario), ellas se encuentran:

-comenzamos a tener quejas somáticas como dolores de cabeza, perdida de cabello, espasmos entre otros.

-Distanciamiento de nuestra pareja, puede llevar a la separación y hasta el divorcio.

-Irritabilidad, problemas de concentración y memoria.

-Distanciamiento de amigos y familiares 

-Ansiedad

-Depresión

Lamentablemente, este fenómeno tan nocivo para todos se ve fomentado por el acceso que tenemos a estar conectados a la tecnología en cualquier lugar a donde vayamos. Es por tal razón que debemos ponernos límites y utilizar el tiempo de forma razonable para trabajar, pero también para el auto cuidado y para nuestros seres queridos. No es que seamos irresponsables con nuestros trabajos pero si no hay límites somos irresponsables con nuestra salud y con los demás ya que no le damos le tiempo que necesitan para sentirse amados y atendidos.

Se dice erróneamente que lo importante no es el tiempo si no la calidad. Nada más falso que esto, la calidad es importante pero el tiempo también lo es. El tiempo hace que se vea la calidad, que se pueda escuchar las necesidades de los que nos aman, reír de sus ocurrencias y vivir experiencias que quedarán guardadas en nuestras memorias y en las de los demás por siempre.

¿Qué debemos hacer?

-Dedícate tiempo para no hacer nada, para descansar, ir a los médicos, darte cariño.

-Pon a un lado tu celular, no puede ser más importante contestar un email que oír las historias que tu hijo tenga que contarte. 

-Dedica tiempo a tu pareja, para tener intimidad, para dialogar, para salir.

-Llama a tus amistades, sal con ellas en ocasiones. Eso te asegurará que cuando los necesites estarán para ti. Al ser todo trabajo no le contestamos las llamadas o siempre hay un no para compartir. Cuando necesites hablarles no estarán para ti por que posiblemente estén cansados de tratar de compartir contigo y recibir un no como respuesta.

-Si tu trabajo te exige horarios extensos trata de que los fines de semana sean para la distracción, eso hará que el lunes sea más productivo, llegarás con más ganas.

-Ponte horarios para salir, si es a las seis, planifica para que sea a las seis que sales.

-Haz lista de las prioridades de tu trabajo, recuerda que no todo puede ser “rush”.

Disfruta los momentos que te regala la vida, se productivo en tu trabajo, pero se padre, madre, amigo y amante. Lo que hoy no atiendes por dedicarte a sólo triunfar profesionalmente será lo que añores cuando el tiempo te sobre y quizás te sientas sol@.

Si deseas coordinar una cita con la Dra. Ingrid C. Marin Espiet, Psicóloga Clínica licenciada puedes comunicarte al (787)222-4999 o via email: imarinespiet@gmail.com