Todos los niños demuestran sus emociones, necesidades y estado de animo de diferentes maneras. La forma en que son criados, corregidos y reforzados hacen que se comporten de formas distintas aun contando con la misma edad. Algunos padres definen a su niño como uno muy temperamental cuando demuestra sus emociones con perretas, gritos y malas actitudes.

Alfonso, es uno de estos niños " temperamentales” para sus padres. En la sala de clases los maestros se quejan de la conducta de Alfonso.

Reporta su maestra que, en varias ocasiones, golpea a sus compañeros, la reta y se muestra muy enojado cuando le hacen alguna broma típica de la edad. Rodolfo, su papá, sabe que su hijo sobrepasa los límites de lo normal al compararlo con los hijos de otras parejas y con sus sobrinos. Reconoce que cuando el niño, ya de 8 años, se tira al piso, lo reta y le da al perro sin control no es nada normal ni esperado.

Fonso no es bien visto por sus amigos, se podría decir que hasta lo rechazan. Casi no lo invitan a las actividades, y si lo hacen, mamá debe estar con él. Sus abuelos aunque lo aman no quieren cuidarlo por su " explosividad” y por que en una ocasión le dio muy fuerte a su primo.

En fin, este niño tan corajudo, como los papas creen, y engreido por ser hijo único, no es nada más y nada menos que un niño que presenta el trastorno de conducta negativista desafiante.

A la hora de diagnosticar un trastorno de conducta, es importante que se dé un patrón persistente y repetitivo del comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de los otros, las normas o reglas sociales propias de la edad, lo que se manifiesta por la presencia de los siguientes:

Agresión a personas y animales

Destrucción de la propiedad

Engaño

Robo e incumplimiento grave de las normas.

Se irrita con facilidad.

Discute con adultos o figuras de autoridad.

Quisquilloso

Culpa a otros por sus errores.

Molesta o altera a las personas de forma intensional.

Entre otras conductas mal adaptativas

Todas estas conductas deterioran de manera significativa el entorno y diario vivir a nivel social, familiar y académico.

Hay una predisposición de este trastorno de conducta en niños con diagnóstico previo de ADHD y/o provenientes de hogares donde hay falta de reglas claras y un sistema de consecuencias por las conductas.

Esto no significa que sea exclusivo de estos casos.

La preocupación mayor de esto es el que con el paso de la edad, la conducta continúe y, por ende, se agrave. Esto podrá traer consecuencias nefastas que pueden llevar al individuo a enfrentar problemas con la ley.

Es necesario establecer normas claras al momento de disciplinar, que haya un sistema de consecuencias consistentes y que a su vez, de ser necesario y no poder manejar, se visite un profesional para el desarrollo de un plan de modificación de conducta.

Un niño disciplinado es un niño que se sentirá amado, porque el corregir es velar por el buen futuro de nuestros hijos.

Debemos criar a nuestros hijos para que todos lo amen, porque nuestro amor es eterno hacia ellos. Eduquemos para desarrollar jóvenes y hombres de bien para su vida adulta y para el bien de la sociedad. Por otro lado es importante recalcar que los niños aprenden por modelaje y el ejemplo que le demostramos en la solución de confictos es vital para un desarrollo sano y adecuado.

De querer coordinar una cita con la Dra. Ingrid C. Marín Espiet, Psicóloga Clínica, puede comunicarse al (787) 222-4999 o vía email: imarinespiet@gmail.com