Sea porque se está deprimido o no, los pensamientos y las emociones se encuentran en una relación constante y dinámica. Muchas veces podemos adentrarnos en un estado emocional como reacción a nuestros pensamientos. También puede ocurrir a la inversa; las emociones pueden traer una serie de pensamientos favorables o desfavorables para el bienestar.

Lo que más se promueve en la psicología es el monitoreo constante de las emociones y los pensamientos. Esta es la clave para la salud mental (que incluye la emocional). En esta ocasión, quiero compartirte una guía básica y práctica de cómo trabajar con tus pensamientos y tus emociones activamente.

Empieza con tus pensamientos. Monitorea tus pensamientos de la siguiente manera:

1. ¿Cuánto tienen que ver con el presente? Mayormente, quieres tener conciencia de los pensamientos que están muy ligados al presente. Escarba en tu mente lo que ronda en ella en estos momentos. Identifica los temas centrales. Cuáles son los pensamientos repetitivos o que no puedes sacar de tu mente. 

2. ¿Están siendo influenciados por tu pasado? Emite tu opinión. Crees que estos pensamientos responden a viejas creencias, a tu crianza, a alguna otra etapa de vida o experiencia que te marcara. Si son derivados de algo a tu pasado, quieres tener claridad de donde crees que vienen. A lo mejor te piensas como alguien que no puede completar lo que empieza y cuando miras el pensamiento te das cuenta que realmente tiene vigencia desde tu pasado porque tu familia te decía que eras así. Si algo así te ocurre, mira a ver si ese pensamiento del pasado tiene sentido con tu presente. Es decir, ¿la conducta, juicio u observación ha continuado existiendo en tu presente?

3. ¿Hay preocupación real o imaginada? Básicamente esta pregunta debe ir alrededor de identificar si te estás adelantando al futuro o estás presumiendo y llegando a conclusiones sin fundamento. Evita alimentar las preocupaciones imaginadas. De haber alguna preocupación real y cercana al presente, dale prioridad. Desarrolla un plan de acción concreto para atenderle.

4. ¿Cuánta congruencia tienen? La congruencia tiene que ver con perspectiva. Es observar si tus pensamientos tienen sentido lógico con lo que está ocurriendo en el ahora. Mientras más sentido tienen con el ahora, más congruentes son. Esto conlleva una especie de observación, juicio y monitoreo constante. También, se puede integrar el ‘feedback’ o la retroalimentación de personas en las que confiamos por su buen juicio y logicidad. Los pensamientos saludables son los congruentes. Si son incongruentes, llevan a lo ilógico, al sin sentido, a la preocupación excesiva y a la sobrereacción emocional.

5. ¿Son los pensamientos que quieres tener? Si no son estos los pensamientos que quieres tener, ¿cuáles serían una mejor opción? Considera tu comodidad con ellos y cuánto más pueden estar anclados en la realidad, pero con una pizca de esperanza y optimismo. Es crucial para lograr tu bienestar, pensar en los pensamientos que quieres tener. Traza una meta alcanzable y empieza a practicar con el grupo de nuevos pensamientos que quieres tener.

Por el lado de las emociones, es importante hacer un pareo para ver qué reacción o grupo de reacciones emocionales son congruentes con tus pensamientos. Analiza esta relación con cuidado. Ojo con sobreinflar o sobreenjuiciar tus emociones. Por ejemplo, si te está yendo mal en el trabajo tiene sentido y es congruente sentirte en frustración, coraje y tristeza. En muchas ocasiones, lo que estamos sintiendo tiene sentido porque está siendo presente en el momento. Validar la reacción emocional de primera instancia da paso a poder elegir y promover una reacción emocional diferente.

Una vez valides tus emociones, puedes hacer el siguiente análisis:

1. ¿Estoy cómodo con estas sensaciones y emociones? Contesta honestamente con un sí o no.

2. ¿Qué me gustaría que pasara con ellas? Las quieres cambiar, sí o no y por qué razón. ¿Estas emociones me llenan de fuerza o me debilitan?

3. ¿Cuál considero que sería una reacción emocional más congruente? Cuál crees que sería una reacción emocional más congruente y llevadera con la serie de pensamientos que tienes.

4. ¿Cuál es el estado emocional que consideras óptimo? Identifica en dónde quieres estar y establece una mirada tipo puente para ver cómo puedes trabajar con tus emociones y tus pensamientos para lograr mayor afinidad con tu estado emocional óptimo.

Si te es más fácil, puedes empezar por evaluar tus emociones. Lo importante es crear relación entre tus pensamientos y las emociones. Este monitoreo debe ser constante. Te recomiendo que guardes esta guía para tu referencia futura. Sobre todo, trabaja con esta manera de observar tus pensamientos y emociones desde ahora hasta el final del año para que el 2020 sea realmente un nuevo comienzo en torno a cómo te relacionas contigo mismo.