A poco menos de dos semanas de la toma de posesión del gobernador Alejandro García Padilla, el comité de transición le entregó varias carpetas con detalles de lo que ocurrió en las vistas del proceso y en las reuniones que se sostuvieron con los jefes de cada agencia.  Fui parte de ese proceso, por lo cual me voy a reservar a las agencias que investigué.  Lo que sí puedo decir es que el proceso de transición es uno muy cargado.  Los que entran a administrar vienen con ánimo de saber detalles de lo que ocurrió en las agencias en estos cuatro años y los que salen tratan por todos los medios de dar la menor cantidad de detalles posible. 

En una reunión que participé, la dinámica fue de desconfianza y tensión muy bien manejada por ambas partes. Admito que hubo cordialidad, pero esa cordialidad no estaba atada a la fluidez de la información.  De hecho, los jefes de las agencias tenían instrucciones de que todo lo solicitado por los que entrarían a gobernar tenía que ser sometido a aprobación al saliente secretario de la Gobernación, Miguel Romero. De más está decirles que todo lo solicitado no fue entregado.  

En las vistas que se transmitieron por Internet eché de menos la participación activa de los legisladores de minoría sobre todo a los que pertenecieron a las comisiones de Hacienda y Presupuesto. Y es que la Ley Núm. 197 de 18 de agosto de 2002, no incluye a la Legislatura en el proceso de transición. 

Pienso que eso puede corregirse mediante enmienda a la ley.  Después de todo,  los legisladores de minoría que pertenecen a esa comisión son los que más deberían conocer sobre las agencias ya que cada año éstas tienen que defender su presupuesto ante la Legislatura.  Excluirlos del proceso, priva al  Ejecutivo de un conocimiento vital.  Lo priva de conocer de primera mano las supuestas ejecutorias de cada jefe de agencia, conforme a las vistas de presupuesto en el Capitolio.

Ahora bien, este proceso no es perfecto ni la ley tampoco lo es.  Uno debería esperar que cada jefe se siente con las personas del comité a hablar abiertamente y en franca camaradería por el bien del país. Pero eso no es lo que ocurre.  La verdad es que hay desconfianza de ambas partes y escasea el flujo de información, diálogo franco y genuino y sobre todo, la transparencia.

Ya vimos, a través de los medios de comunicación, lo que ocurrió en el Departamento de la Familia. Casos similares seguirán ocurriendo.  Así que a pesar de todos los esfuerzos, que sé que fueron muchos, los hallazgos verdaderos de la transición del gobierno se sabrán sobre la marcha cuando cada jefe de agencia conozca de primera mano lo ocurrido en su agencia.