A medida que se acercan las elecciones, vemos cómo el gobierno en su afán por tratar de demostrar la obra que no se ve, intentan destacar los supuestos avances que hemos tenido en nuestra economía. 

Le tocó el turno, a principios de semana, al flamante Secretario de la gobernación, Miguel Romero, acompañado por varios miembros del gabinete económico del Gobierno, decir que las cifras del desempleo para el mes de agosto del año en curso habían mejorado y que solamente están desempleados el 13.5% de las personas que pertenecen al muy reducido grupo trabajador compuesto por el 39% de la población.  No dijo el señor secretario que solo el 33.7% de la población sostiene al restante 66.3%, y eso no es bueno para ningún país.

Hubo críticas de planificadores y economistas quienes, con razón, dijeron que los datos estaban sobreestimados porque no se tomó en consideración la merma en población estimada por la Oficina del Censo.

La defensa del Secretario de la Gobernación fue que los datos de empleo son producidos por el Departamento del Trabajo federal.  Presumo que dijo esto para validar la información y descartar que hubo mano partidista para beneficiar al gobierno de turno.  Me pregunto yo, acaso los federales no se equivocan cuando hacen sus cómputos. 

En el caso de Puerto Rico, la Oficina Federal del Censo recientemente cambió los datos poblacionales porque admitieron que fueron sobreestimados.  Ambas, el Departamento del Trabajo y la Oficina del Censo, son agencias federales y se pueden equivocar al momento de emitir un dato.  Justamente por eso es que una vez publicados, los datos son preliminares hasta que sean reevaluados. 

En resumen, utilizar como estrategia de defensa que las agencias federales no se equivocan lejos de ser una buena táctica es reflejo de sumisión.   Una excusa barata.