Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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El pasado miércoles 11 de julio participé de mi primera subasta como vicepresidente de una corporación agrícola bona fide realizada en la finca de Monterey en Dorado. En esa subasta se venderían al mejor postor cincuenta vehículos 4X4 en muy mal estado y cerca de una docena de equipos agrícolas para fumigar. Llegué temprano y estudiado. Desde el mes de mayo he seguido de cerca el proceso desde que llevaron a dicha finca los primeros carros. Se supone que enviaran una carta a todos los interesados. Por lo menos la mía nunca llegó, pero en mi caso no era necesario porque me mantuve llamando para no dejar pasar el día en que se dispondría de los vehículos.
Incluso el día antes fui a la finca a verificar cada vehículo para identificar en los que iba a licitar. De más está decirles, que no me gané nada. Y lo peor, me fui con el mal sabor de que las cosas no se hicieron de la manera más justa, transparente y conforme a ley. Hay mucho espacio para mejorar en el proceso.
Lo primero que debo indicar fue que no hubo pase de lista para cotejar que todos los que estábamos participando en efecto éramos agricultores bonafides. Eso es, a mi juicio lo primero que se debió hacer para que todos los allí presentes estuviéramos claros de quienes competirían por los equipos y vehículos. Sí, firmamos una lista, pero eso no sustituye el pase de lista.
A las 8:00 A.M. procedieron a leer las reglas de juego de la subasta. En ese momento se proveyó un listado de los vehículos con sus respectivos precios, se indicó que la subasta sería mediante papel en tómbola, es decir que usted debía identificar en un papel que ellos daban el vehículo que usted interesaba y el precio que ofrecía y luego lo depositaba en una urna de cartón. Los ganadores serían notificados por teléfono y el mejor postor sería el ganador del objeto subastado.
Me sometí al proceso para ver cómo fluía. Noté que algunas personas, no sé si agricultores o no porque no se pasó lista, tenían de antemano el listado de vehículos que se nos circuló a las 8:00 am lo que me causó otro mal sabor. Me pregunto por qué ellos tenían ese documento antes que yo o que los muchos otros que tuvimos que esperar hasta la reunión. Al otro día fui al lugar de la subasta y para mi sorpresa prácticamente todo se había vendido. Pregunté el precio de los tres vehículos que me interesaba adquirir, pero me quedé bastante por debajo de los precios a los que finalmente se vendieron.
Igualmente pregunté por el reglamento en el cual se basaron para hacer la subasta y al día de hoy, aún llamando al Departamento de Agricultura, nadie me sabe decir bajo qué bases jurídicas se dejaron llevar. Tenía entendido que en las subastas, si usted es agricultor bonafide, no tenía que ser el mejor postor del vehículo para adquirirlo, porque después de todo muchos de éstos son vehículos viejos del cual el gobierno ya les sacó el máximo provecho.
Este asunto es preocupante para mí porque un agricultor bonafide debidamente registrado en la Administración de Servicios Generales no tiene que pasar por el proceso de competir en la adquisición de un vehículo para su finca. Según dispone el reglamento Núm. 2764 de Servicios Generales si varios agricultores bonafide desean un mismo vehículo lo que se procede es a rifarlos mediante tómbola, pero nunca se le sube el precio al vehículo. No sé por qué el Departamento de Agricultura, quien se supone ayude a los agricultores, no hace las cosas igual a como se hacen en la Administración de Servicios Generales.
Otra crítica que debo hacer del proceso es que no existe transparencia cuando usted dice que los resultados se sabrán cuando lo llamen por teléfono. Por qué no se publican las listas con todas las licitaciones realizadas por los agricultores. Por qué la subasta no se hizo a viva voz, como dispone el reglamento de Servicios Generales. No quiero decir con esto que hubo traqueteo en esa subasta. No me consta. Lo que sí quiero dejar claro es que hay mucho espacio para mejorar, ser transparentes y cumplir con la voluntad del legislador que fue que el pequeño agricultor se beneficie de un vehículo para uso en la finca al menor costo posible.