Cuando niño, su madre le regalo una cámara de 8 milímetros para que filmara películas y se entretuviera. Pero la estrella de Luis Molina Casanova ya estaba encendida y lo que se suponía fuera un juego de niños se convirtió en su primer contacto con el séptimo arte. 

De allí nació James Bomboncito, su primer cortometraje inspirado en las películas de “James Bond”. Su pasión por el celuloide siguió creciendo con los años. Y mientras estudiaba un bachillerato de Administración de Empresas con concentración en Contabilidad y Mercadeo, conoció la WIPR, la emisora del pueblo de Puerto Rico, donde se enamoró sin remedio de las luces,  la cámara y  la acción.

Como camarógrafo de WIPR. (Archivo)
Como camarógrafo de WIPR. (Archivo)

Estando laborando como camarógrafo en WIPR entró en contacto con el mundo de Abelardo Díaz Alfaro y se fue moldeando ese respeto por la literatura puertorriqueña y por la televisión educativa.  Recibió una beca para estudiar en España, donde completa una maestría en Producción y Dirección de Cine en la Universidad de Madrid. Cuando regresó, llegó de vuelta un cineasta serio, comprometido, y un documentalista de primera.  Son sus ojos la memoria de un pueblo que ha visto en sus obras la historia de nuestra vida.  Algunas de sus películas son El deporte como expresión cultural de un pueblo (1979), Boleto de Ida (1983), Luis Muñoz Marín: Un hombre, un pueblo, un propósito (1983), Diario de un poeta… la vida y obra de Juan Ramón Jiménez (1984), El teléfono: ayer y hoy (1985), Allá viene el temporal (1985) y, por supuesto, su primer largometraje Los cuentos de Abelardo (1990), al que siguieron La guagua aérea (1992), Cuentos para despertar (1997), Leyendas de Puerto Rico (1999) y El sueño del regreso (2005).

En este momento se encuentra en la quinta semana de rodaje de la película Vivimos para esa noche, inspirada en la vida del beato Carlos Manuel Rodríguez.  

Parece mentira, pero será su película número 60. En el 1981 comenzó a laborar como profesor en la Universidad del Sagrado Corazón y fue nombrado Cineasta Residente. El tiempo ha transcurrido desde entonces y en el próximo mes de agosto, cuando el estudiante #17 entre al salón, será el alumno 30 mil en su carrera de profesor.

Luis es un soñador noble, amigo y repleto de talento. Ha realizado programas especiales, conciertos, series y en la actualidad se mantiene al frente de la coproducción Tenderete con Televisión Española, con la que tiene fuertes vínculos desde hace muchos años. 

Rodaje de “Los cuentos de Abelardo”. (Archivo)
Rodaje de “Los cuentos de Abelardo”. (Archivo)

De igual forma, todos los jueves viaja a Boston para dar una clase y sigue luchando para que se reconozca el valor del cine puertorriqueño y los cineastas boricuas. Cuando escuchen que la exposición Una vida de película se va a estar presentando cerca, no dejen de verla. Las charlas de Luis son espectaculares. Sus cuentos para realizar cine y sus anécdotas de vida son, literalmente, únicas.

En su sencillez se encierra su grandeza. En sus sueños se esconden los nuestros.  Por eso y porque gracias a sus películas nos ha regalado momentos inolvidables e imágenes de nuestros histriones, el nombre de Luis Molina Casanova tiene que seguir escrito en letras de oro en la memoria colectiva y en la historia del cine puertorriqueño.  

Gracias Luis por siempre buscar la forma de pintar de historias positivas nuestro paso por la vida. Brindo por ti, por tu entrega, por tu paciencia y por ese caudal de talento que te acompañará siempre.

Los años no pasan en vano y así han evolucionado los rostros de algunos de los protagonistas de la clásica película boricua "La Guagua Aérea" (1993).