Ruth Fernández:  ¡Gracias, Mundo!

 El pasado lunes 9 de enero se cumplieron cinco años de haber perdido a una artista sin límites apodada “el alma de Puerto Rico hecha canción”.  

Sí, Ruth Noemí Fernández Cortada, la misma que viste y calza. Su ausencia dejó un profundo vacío en la música popular y su legado es parte de nuestra cultura, de la historia del negro, de la mujer y del boricua en todas sus manifestaciones.

Esta maravillosa mujer que siendo muy niña perdió a su madre fue criada por su abuela Adela. Otra gran mujer que le dio las mejores lecciones de vida aún sin tener una escolaridad alta o educación formal. De “mamita Adela”, Ruth recibió la mayor enseñanza que le sirvió de guía de vida: “La grandeza del ser humano no está en el color de la piel ni en la belleza del rostro”.  

Ruth se crió en un mundo racista, machista y lleno de prejuicios. No obstante, jamás se sintió menos que los demás. Tenía conciencia de su raza y jamás se doblegó o humilló para triunfar en la vida. ¡Y vaya que triunfó! 

Fue la primera cantante en una orquesta de hombres, fue la primera artista de música popular contratada por la Metropolitan Opera House, fue la primera en grabar la zarzuela Cecilia Valdez en Cuba, fue la primera cantante latina que cantó en los países escandinavos, fue la primera artista en ocupar un escaño político en el senado, y es reconocida y querida en Europa, las Antillas, Centro y Sur América. Recibió las más altas condecoraciones en países como República Dominicana, Venezuela y Panamá.  Su nombre siempre estuvo asociado a la defensa y lucha de las causas nobles, los minusválidos, los niños y adultos con impedimentos, y los pacientes de distrofia muscular.  

Como artista paseó la bomba y la plena por todos los rincones posibles. Dio brillo a las melodías y letras de autores como Rafael Hernández, Lito Peña, Tito Henríquez, Pedro Flores, Sylvia Rexach, Agustín Lara, María Grever y muchos más. 

Aunque le gustaban los carros grandes (sobre todo Cadillacs) era sencilla, humana y con una nobleza extraordinaria. En su casa siempre había un plato de comida disponible para todo el que tocaba su puerta y su mano para ayudar siempre estaba presente, pues “dando es como se recibe”. 

En sus programas de televisión siempre hubo una puerta abierta para presentar nuevos valores de la canción y cuando era tu amiga podías estar seguro que era la primera en llegar en los momentos de necesidad o tristeza.  Mi primer cheque como profesional lo recibí de ella cuando cantaba en Del brazo con Ruth Fernández.

Ruth Fernández fue grande. Pero no tan sólo por lo buena artista o por ser una de las mejores contra altos del mundo.  Fue una mujer que nació para romper barreras, para darse espacio y lugar en un mundo donde la mujer se veía como ama de casa. Que fue víctima de canalladas, desilusiones y malos resabios, ¡muchísimos! Pero ninguno de ellos amilanó su espíritu combativo ni amargó su existencia. 

Ruth aprendió a crecerse ante la adversidad y luchó, triunfó y se estableció por esfuerzo propio. Jamás le hizo una mala jugada a nadie, jamás tomó lo que no le pertenecía y por eso su conciencia siempre estuvo tranquila.  

Respetó la diversidad, las opiniones de los demás y escuchó a sus contrarios sin ofensas ni calumnias. 

Aquella muchacha nacida en el barrio Bélgica de Ponce que comenzó cantando con los Hijos del Arte y que fue contratada por la orquesta de Mingo y sus Whoppie Kids, la cantante negra que nunca entró por la cocina de un hotel para realizar una presentación, la que primero se hospedó en un hotel de blancos, la de Domingo Colón Suris, la que con su trabajo como legisladora consiguió que se hiciera realidad La Compañía de Variedades, la ley 32 que requiere que el 50% del talento que se contrata en hoteles y restaurantes de turismo sea puertorriqueño y así por el estilo leyes y gestiones que beneficiaron a la mujer, a los más necesitados y marginados. 

Fue mi amiga, mi maestra y de ella aprendí que hay que ser íntegro, puntual, responsable y dedicado con aquello que te define como profesional.  Como dijo Lito Peña en su canción: “Gracias mundo por haberla conocido, y porque me haya querido y yo la quiera también”.