Puerto Rico se enfrenta a una encrucijada económica. Ya es conocido que entre los países ricos del mundo se negocia al momento una tasa corporativa contributiva mínima que rondaría como mínimo un 15%, muy por encima de las tasas de alrededor de 4% que ofrece Puerto Rico a varias industrias y actividades económicas.

¿Qué se puede hacer para lidiar con esta situación? En teoría, el Congreso pudiera excluir a Puerto Rico de estos acuerdos, pero lo que Puerto Rico no aparenta entender es que esto forma parte de una tendencia mayor y que la conversación no es sólo entre Puerto Rico y EE.UU., sino que es una conversación a nivel global. Es decir, no puede ser una estrategia a largo plazo para EE.UU. exigir tasas mínimas cuando tiene jurisdicciones dentro de sus propias fronteras donde esas tasas no se observan.

Sabemos que en nuestra isla abundan las contradicciones, pero resulta difícil encontrar un conjunto de incongruencias más grande que las que existen en nuestro sistema contributivo.

Puerto Rico posee la curiosa distinción de tener algunas de las tasas contributivas corporativas más bajas del mundo y, a la misma vez, algunas de las tasas más altas.

¿Para qué vamos a salvaguardar el régimen actual cuando difícil es concebir un sistema más injusto? Bajo el sistema actual, una persona que nunca haya vivido en la isla recibirá mejor trato contributivo que un puertorriqueño que haya trabajado toda su vida aquí. Un profesional de “difícil reclutamiento” tendrá exención completa de su ingreso sobre los $150,000. Los ejemplos son incontables.

Arreglar el sistema requerirá un ejercicio serio de introspección y mirar el problema de una manera distinta. Propongo que empecemos por eliminar del vocabulario puertorriqueño colectivo la frase “incentivo contributivo”. El incentivo contributivo, por definición, desincentiva otras actividades. Si todos reconocemos que tenemos un gobierno incapaz de planificar a largo plazo, pues retiremos al gobierno la capacidad de escoger ganadores en la economía y permitir que el mercado asigne los recursos donde mejor rindan para la economía.

¿Qúe hace más sentido, un sistema donde hay negocios que pagan una tasa de 2% y otros una tasa de 37.5%, o un sistema donde todo negocio pague tasas de 10-20%? La respuesta es obvia y lo digo yo como dueño de negocio que exporta servicios y cualifica para una tasa de 4%. En algunos casos particulares, como las farmacéuticas que generan miles de empleos, se pueden hacer excepciones para mantener esos empleos, pero la regla general debe ser que todos estén por igual.

No es tan complicado alterar el panorama actual. Los decretos existentes se deben honrar. La mayoría de los decretos contributivos tienen fecha de expiración, simplemente hay que dejarlos expirar y no renovarlos. Mientras tanto, se va trabajando una reforma contributiva justa que no dependa de burócratas en el gobierno decidiendo quién recibe incentivo y quién no.

No podemos hacer las cosas igual que siempre y esperar resultados diferentes.