No hace mucho comenzaron a despedirse grandes amigos y los que prevalecen, su calendario avanza enseñando lo inevitable... la vejez. Realicé que tenía una gran responsabilidad: contar la historia vivida durante seis décadas en la música y no permitir que terceros la contaran errada. Así que comencé a escribir anécdotas de vida enlazadas con música. La música que interpreté, arreglé, produje o compuse para hoy grandes amigos y realizados artistas, algunos ausentes, asoma a mi memoria.

Mi padrino socio-musical fue Ismael Rivera y su contrafigura en mi vida, Rafael Cortijo. Nunca había sido impactado tan contundentemente a través de una propuesta tan compleja dentro de lo supuestamente sencillo. Nuestro folklore llevado al sonido de un combo bajo la voz delineada por la melodía, el tambor y la clave. Ahí se define “Perico”.

Más adelante y viviendo en Nueva York, la vida me permitió desarrollar carreras donde fungiría como pintor de emociones en ese lienzo donde plasmara ideas y conceptos musicales posiblemente atrevidos, pero muy justificados en mi realidad artística. Yo junto con otros estábamos escribiendo la nueva propuesta de la música caribeña que serviría para la realización de grandes sueños y éxitos inmortales e irrepetibles.

Este concierto se evidenció en principio ya hace varios años bajo el nombre “Mi voz”; más adelante, “Trayectoria” y, recientemente, después de varias revisiones, adquirió el título: “Tocando y contando historias”. La pregunta era ¿quién me acompañaría en esa primera edición?.

Son muchas las historias que contar a través de estos 64 años de vida musical y muchas las figuras. La decisión fue muy difícil. Hace ya muchos años, durante la mañana realizo un ejercicio: En un espacio íntimo en mi casa, con una taza de café, me mantengo en silencio. Es ahí donde el Señor se revela en mi corazón y siembra inquietudes e ideas. Al finalizar ese momento entiendo lo que Él quiere de mí. Llega la filosofía de involucrar a algunos compañeros a los cuales yo sirviera en su principio y estuvieran relacionados a mi historia.

Rubén Blades y Luis Perico Ortiz
Rubén Blades y Luis Perico Ortiz (Suministrada)

De la gran lista, en esta edición invité a Andy Montañez, Gilberto Santa Rosa, La India, Tony Vega, Gerardo Rivas, Norberto Vélez, Henry Santiago, Manolito Rodríguez y Rubén Blades. Este último lo considero como el hermano de sangre que nunca tuve, pues tenemos una hermosa historia de amistad por los pasados 50 años. Juntos forjamos sueños con diferentes contenidos, pero con el coraje necesario para llevarlos a cabo y siempre había gran celebración cuando alguno llegaba a su meta. Varias metas vieron nuestras llegadas. La humildad revela su grandeza y verdadera realidad. Celebro a Rubén en mi vida.

Soy producto de oportunidades y he estado preparado para recibirlas, así que he incluido a Daniel Torres (trompetista de 9 años) y Arianelys Ortiz Cruz (con autismo y no vidente). El testimonio que se brindará el 13 de enero en el Centro de Bellas Artes de Caguas será de empoderamiento y fe en lo que persigas en tu vida centrada en contenido. La Palabra dice: “Te doy el hacer y el querer hacer, pero el que lo va a hacer eres tú”.

Mi decisión de que fuera en un teatro en vez de un coliseo fue inminente. Necesitaba la intimidad para que haya atención a la historia musical a ser contada. Puerto Rico sería la sede de la primera edición. Comencé el cabildeo reuniéndome con varios de los empresarios y productores amigos, sin suerte. Quizás no entendieron o no era el momento.

Y me reuní con Ivonne Class, directora ejecutiva de Bellas Artes de Caguas. Se abrieron las puertas y se produjo la magia e invitación a ser ellos los productores. Siempre entendí que esta propuesta se sostenía en un concepto refrescante y un contenido histórico. Por eso escogí hacerlo en un teatro donde la atención de ese exigente público se definiera aguda ante el contar la historia.... Mi historia.

Nunca descartes que lo que no sucede, suceda.