¿No les parece que cada día se les hace más difícil a nuestros líderes políticos decir “lo siento”; “mala mía” o “esto me quedo mal”? Ni siquiera recuerdo cual fue el último líder que haya enunciado tales expresiones públicas que tanto bien le harían al país y a las generaciones futuras, sobre todo.

En cambio, hoy en día en nuestra isla, todo acto de imprudencia, corrupción o error involuntario se tiene que justificar a toda costa. Hay abundancia de “yo no fui” y de “eso lo tuvimos que hacer por esto y aquello”. Hay que inventarse algo para salir airoso y poder echarle la culpa a otro. Y, obvio, en ese libreto de política 101 no puede faltar el desacreditar la reputación del que hace la denuncia.

¿Qué les cuesta? ¿Cuál es el miedo? Ah, por supuesto, les cuesta los famosos votos y su puestecito (o “puestazo”) en el gobierno. Les cuesta la “honorabilidad”. No saben ellos que con cada justificación y entuerto que hacen por defender su error de juicio o falta de prudencia, socavan la fibra del puertorriqueño más humilde y de a pie que lucha por defender al país con dignidad y honestidad diariamente.

Si tuvieran el valor de confesar y levantar las manos para decir “esto me quedo mal”, el país los entendería y los aplaudiría. Comenzaríamos de nuevo a creer más en nosotros mismos como país y como colectivo. ¡Así nos criaban antes! La supuesta transparencia que pregonan por el día en cada campaña eleccionaria, se esfuma por la noche cuando los embriaga el aroma del poder.

¡Díganlo! Atrévanse a decir “esto me salió mal, lo siento”. Y luego denle esperanza al pueblo diciendo: “Y espero no volver a cometer ese mismo error.” Eso es valentía 101. Como educador de más de tres décadas en este país, he notado un desgaste de dignidad y de civismo en las personas, que acrecienta en tiempos recientes.

Hay dejadez, indiferencia y falta de compromiso en cada oficina, agencia y por doquier. Y los tengo que culpar a ustedes, sí a ustedes los líderes políticos de este país. Son culpables, porque no han sabido dar un ejemplo de humildad para aceptar sus errores ante el pueblo. Son culpables, porque siempre tienen una excusa para justificar todo como si fueran tan infalibles.

Sigan… sigan así justificando sus errores, sobornos, contratos nebulosos, apatía, insensibilidad, cierres de escuelas sin consulta, sueldos descomunales a funcionarios extranjeros, hostigamientos laborales, derroches de dinero en publicidad, nepotismo, salarios a fantasmas, manipulación de estadísticas y todo lo demás que ya sabemos.

Sus acciones de justificarse ante todo y no aceptar culpas me recuerdan aquel refrán famoso: “Cría cuervos y te sacaran los ojos”. Ese es el país que ustedes están criando… un país de cuervos.