Por Johanna Rosaly / Actriz

Toda forma de discriminación es odiosa: racismo, xenofobia, machismo, homofobia... y en su mayoría han encontrado la repulsión por parte de quieres se precian de ser nobles y respetuosos del prójimo.

Sin embargo hay una que apenas se reconoce, ya que muchas veces se disfraza de condescendencia y cariño: el edadismo.

“Edadismo” se refiere a la discriminación por edad, y funciona a lo largo de todo el espectro de los años humanos.

Johanna Rosaly (Archivo)
Johanna Rosaly (Archivo) (GERALD.LOPEZ@GFRMEDIA.COM)

Practicamos el edadismo cuando presumimos que una persona no puede o sabe hacer, decir o sentir algo porque “es muy niño”, “es apenas un adolescente”, “está empezando a vivir”, “ya está vieja para eso”, o “está senil”.

Edadismo también es el chiquiteo: “viejito” no es una forma cariñosa de tratar a un viejo, sino una manera de infantilizarlo minimizándolo. Hacer generalizaciones es también una forma de edadismo. “TODOS los adolescentes son así”, “las cuarentonas son calientes”, “los viejos sexualmente activos son verdes”, etc.

Lamentablemente, contrario a lo que sucede cuando las personas pasan por otras etapas de la vida, para muchos la vejez provoca auto-edadismo, una forma de auto-rechazo a causa de la edad, asumiendo la discriminación por parte de los demás como algo natural y aceptable. Un niño protesta cuando le decimos que no puede hacer esto o aquello por su edad, un adolescente se rebela cuando lo limitamos por su supuesta inexperiencia, una persona en sus cuarenta se ofende cuando se le cuestiona su vigencia... pero muchos viejos callan cuando se les minimiza o ridiculiza por ser eso, VIEJOS.

Recientemente en Tuiter (@jrosaly0113) un usuario se refirió a mí diciendo “está senil” de esa forma rechazando mis criterios. Nunca he ocultado mi edad (72 años) -algo que hubiese sido inútil tomando en cuenta que he estado bajo el foco público desde los nueve años de edad- y le respondí al prejuiciado tuitero que aunque vieja, no estoy senil. La senilidad es una condición patológica, y achacársela indiscriminadamente a las personas viejas es edadismo.